Blogs

El primer No

  |   Alex Neira / Sentimiento de autoctonía   |   Junio 02, 2011

Muchos varones, por no decir demasiados, hemos tenido una Winnie Cooper en la vida. Esa que nos conoció chibolazos, prácticamente desde siempre, con la cual no supimos actuar, y que por motivos no definidos se convirtió con el correr de los años en una especie de hada (o fantasma). Quiero decir continuamos adelante, nos enamoramos de nuevo, amamos, olvidamos, volvimos a enamorarnos, sufrimos, quisimos, amamos… Pero los días primeros permanecieron inalterables. O sea, sí se la olvidó. Por completo un año. Ponle dos. Ya, tres. Al final un día cualquiera volvió. Y ahí está ahora. Un jueguito, un trastorno del corazón. 


Síntomas: 

1.- Ya no la ves más.
2.- Ya no sabes nada de ella.
3.- Jamás volverías a cortejarla.
4.- Comprendes que no vale la pena siquiera recordarla.
5.- A pesar de todo ciertos momentos te ríes como babosazo sólo evocándola.
6.- Amas a otra mujer y los hijos que te ha dado.
7.- Te gustaría volver a verla y pasar solamente una noche como si fueran pareja.
8.- A veces la confundes con otra mujer, un día de semana en donde menos pensabas.
9.- Ciertas canciones y películas no podrías volver a experimentar.
10.- Has llegado a la conclusión de que a pesar de los años siempre vivirá en ti.


Hace unos días me choqué con mi primer no. Con el gran no. Esa que me usó de amante tres meses y luego volvió con su novio para casarse dos semanas después. Esa que me jodió algunos años, ya saben, cosas de chiquillos enamoradizos y estúpidos. Como tú, claro, pobre infeliz. O como tu amigo en todo caso. El punto es que al principio no la reconocí cuando la tuve enfrente. En realidad, recapacitando, no quise reconocerla. Qué va, no es que sea fijón pero no parecía una pelota de playa como mi amigo Noel, no, era un globo aerostático ¡dios! En mi mente sobrevivía completamente diferente, yo ya hasta la había hecho más delgada de cuando creía amarla.
Estaba muy alegre y amable, y su carcajada era como la de una cascada (yo me entiendo), era idéntica a la que me conquistó como un tiro de gracia, como la de esos días en que vagaba procurando recuperarla.
Le confesé luego, entre copas en su nuevo departamento, que bueno, cada cierto tiempo la recordaba. También le recomendé una dieta rígida o una reducción de estómago. Ya saben, la franqueza por delante. Ella también me dijo cosas que me molestaron un poco, como que no se arrepentía nada con respecto a las decisiones que tomó acerca de mí. Y todo entre carcajadas. Era obvio que se arrepentía, claro. Todo lo que pudo ser por principio vale más de lo que fue. 

Era alucinante estar delante de ella. No me lo podía creer. Tantos años…

Comprendí que hay recuerdos que sería útil no corroborarlos. Definitivamente el que somos es diferente al que fuimos, aparte de que ella nunca será la que alguna vez fue. 
Volver a escucharla, apreciar como expresaba sus pensamientos, su mirada, su sonrisa, sus manos, en sí que estuviera gorda o como fuera no me impactó más que un instante, digamos que a primera vista, pero en cambio la gracia de sus ocurrencias y el timbre de su voz de alguna forma acabaron, como el canto de sirena de mi juventud, otra vez embrujándome; impactado cada dos por tres por las ideas que le pasaban por esa mentecilla de ángel endemoniado. 


-No te imaginas cuánto me has ayudado desde que me abandonaste, y te lo digo sin floros.
-¿Sigues drogándote no?
-Una vez te puse Abril, ¿cómo la ves?
-Ya qué tanto, ¿me quieres tirar si o no? Pero sabes, así nos tomemos diez copas más eso no sucederá. Y, ya ya, ¿qué otro nombre me pusiste, supongo me habrás hecho una chica à la dernière?
-Bueno, mi literatura es literatura fantástica. Ya en serio, lo que sí conservé de ti en todas las que fuiste, entre todos los nombres y detalles particulares que te coloqué, fue el color de tus ojos. Por cierto, ¿veo ahora son verdes?, imagínate que alguna vez me juraste jamás usarías lentes de contacto.
-Oye, mis ojos toda la vida han sido verdes. Mira, sabes qué mejor ándate ya. 


Es una lástima realmente volver a chocarte con alguien que fue tan importante en tu vida y que diste mucho por olvidar. Es una lástima si por último lo lograste tanto que recuerdas cosas que no existieron. Pero es inevitable, o trastocas involuntariamente tus imágenes amargas o caes en el resentimiento, odio o locura. Preferí hacerla parte de mi imaginación, crearle un lunar al estilo Madonna y cambiarle un poco el carácter, para dar sólo un ejemplo. Y bueno, me quedo con la de mis recuerdos, con esa que quizá -ya pensándolo bien- ni siquiera alguna vez existió (por lo menos tal y como la recuerdo). Igual, además así no quiera sé que dentro de unos días me habré olvidado de este suceso e inclusive de haber escrito este artículo.


Al final mi compañera gritándome desde la habitación, y yo a punto de terminar otro trabajo, otro producto de mi trastornada…

Compartir en

Facebook   Twitter   WhatsApp

463 Vistas    

Comentarios

1 comentarios

Déjanos un comentario

Visita mas contenido

Da clic Aquí para que revise otras publicaciones sobre Blogs