CULTURA

"El Libertador": la otra cara de Bolívar

SERENDIPIA   |   Varykino Aarón   |   Julio 23, 2021

Soy un asiduo consumidor de todo lo que tiene que ver con nuestra Independencia, la razón que me impulsó a esto fue que cuando era niño, en el nido, me eligieron para encarnar al generalísimo Don José de San Martín y Matorras, a quien considero mi héroe favorito, y recitar el discurso de independencia que hizo en 1821, hasta ahora tengo grabadas esas palabras. Es más, les recomiendo mucho leer el libro «El Santo de la Espada» de Ricardo Rojas, invaluable ciertamente para conocer la vida y motivaciones de nuestro libertador y, sobre todo, las razones que lo llevaron al exilio en contraparte a lo que sucedió con el Libertador Simón Bolívar; una historia que merece ser contada una y mil veces y repetida de generación en generación para nunca olvidar de dónde venimos y todo lo que se luchó y sufrió para ganar nuestra libertad, que hoy cumple nada más y nada menos que 200 años de haberse alcanzado.

Pero este post no está dirigido a hablar de mi héroe favorito, sino de su homólogo Simón Bolívar, conocido universalmente como el Libertador y a quien, a pesar de sus detractores y todo lo que se ha dicho y dice de él, le debemos mucho en la consecución de nuestra Independencia.

El caso es que hace unos años vi una excelente película sobre su vida, que se las súper-ultra-archi-recomiendo, «The Liberator» (Arvelo, 2013), una coproducción venezolana-española a cargo de Producciones Insurgentes y San Mateo Films respectivamente, que contó con el apoyo de WNG Films (Alemania) y Silver Screen Inc. (Estados Unidos). Es protagonizada por un impecable y realmente convincente Édgar Ramírez, el recordado Ares en Furia de Titanes 2 (Liebesman, 2012), quien encarna a un enérgico y bizarro Simón Bolívar.

El film nos ubica en la infancia temprana del Libertador y en sus primeras experiencias con la esclavitud. Cabe resaltar que, a diferencia de San Martín, Bolívar nació en cuna de oro y gozaba de los beneficios de todo aristócrata de la época, situación que moldearía su personalidad y nos daría luces de su futuro comportamiento una vez conseguida la libertad de América. Tras estos sucesos pasamos a presenciar su evolución como un joven intelectual formado entre Francia e Inglaterra, siempre de la mano de su mentor Simón Rodríguez, figura decisiva en su camino hacia la gesta por la Independencia del yugo español.

Si bien la película tiene muchas licencias a nivel artístico, propias de toda interpretación de una historia por todos conocida para poder generar interés en los neófitos, me gustó mucho el detalle y cuidado con el que se trató sus relaciones amorosas con María Teresa Rodríguez del Toro, llegando al punto de realmente conmover al espectador por la pérdida de ese amor que marcaría su vida y al que siempre recordaría a pesar del papel decisivo que tendría Manuela Sáenz, La Libertadora del Libertador, a lo largo del esfuerzo independentista.

Las escenas bélicas tienen un resultado muy bien logrado, con mucha violencia, intensidad y crudeza que pocas veces hemos visto en producciones de este lado del mundo, más si se comparan con el paupérrimo resultado de la serie «Libertador» de Netflix, la cual relata los mismos hechos, pero que parece realizada por estudiantes de comunicación de primeros ciclos de la carrera y con dinero que juntaron entre ellos; duele, pero es cierto, absténganse de perder su tiempo viéndola.

Sinceramente la historia es muy interesante y te atrapa con su trama, con pasajes dignos de resaltar, sobre todo la escena en la cual un joven Simón Bolívar empieza a ganarse el liderazgo del mal equipado ejército venezolano, conformado por la guerrilla y el ejército regular, pronunciando un discurso, que debería de ser repetido en todos los rincones de América, hoy más que nunca: «Esto no es una frontera, esto es un río. Cuando los españoles llegaron lo llamaron frontera y nos dividieron, pero todos somos hijos de América a ambos lados de este cauce».

Como dije antes, Yo no soy partidario de Bolívar, es más, su pensamiento difiere mucho del mío en cuanto a la forma de gobernar una nación, sin embargo, conocer pasajes ajenos a la figura mítica de «El Libertador», más enfocados en su dimensión humana y corriente sí que vale la pena conocer, pues nos muestra a un americano como cualquier otro que hizo lo que cualquiera hubiera hecho si realmente cree en los ideales de Libertad e Independencia. Recomiendo mucho ver esta película, más ahora que estamos celebrando los frutos de esa lucha que terminó con 400 años de esclavitud de nuestros pueblos y que ahora nos permite ponernos de pie y decir «Somos libres, seámoslo siempre».

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