CULTURA

Matrix Resurrections: La promesa de una conclusión que nunca llega

SERENDIPIA   |   Varykino Aarón   |   Diciembre 26, 2021

Debo reconocerlo: soy fan de la saga Matrix (Wachowski), pero no fui a ver la primera al cine, porque por entonces pasó por debajo de mi radar y no fue sino hasta la época de alquileres de VCD piratas que pude verla; no me pasó lo mismo con Matrix Reloaded (2003) y Matrix Revolutions (2003) a las que sí fui a ver al cine y en compañía de mi papá. Recuerdo que al salir de la segunda película me dijo: «No entendí ni mierda» y al salir de la tercera dijo: «Disculpa que me quedara dormido, pero fue aburridísima» y comprendí ambas afirmaciones porque, fuera de la parafernalia de luchas estilo kung fu y tiempos bala, ambas películas estaban muy lejos de igualar la primera.

Matrix Reloaded fue una continuación bastante prometedora, pues ampliaba el universo Matrix de una manera difícil de digerir, pero interesante. Otra era la historia de Matrix Revolutions que pecó de ser insustancial por la prisa de cerrar el arco de la historia de Neo, sinceramente no rescato nada de esa película, y siempre quedé con el sinsabor de que la saga necesitaba un buen cierre, que no debía quedar así, y Matrix Resurrections prometía darnos ese cierre que esperábamos.

Para ser sincero no tenía muchas expectativas sobre la película, una cierta añoranza sí por lo que significa el universo Matrix, pero más allá de eso no, por lo que me senté a mirarla en un tono más como de ¿vamos a ver qué pasa?

Matrix Resurrections nos entrega una película retrospectiva, muy pausada, muy crítica con lo que ha sido y significa la saga. A través de flashbacks nos remite a los momentos claves de la trilogía original y los enlaza con esta nueva historia. Vemos a un Neo trajinado, absorbido por la monotonía del mundo, actitud que igual proyectaba en la primera, pero aquí no parece haber ese sentido de la curiosidad por parte de él. Es como si la película retratara el tedio y sinsabor en que nos ha sumido la pandemia y aplaudo eso, pues el cine siempre ha sido un reflejo de nuestra historia, nuestra realidad.

Neo se presenta como un tipo que ha perdido toda perspectiva de proyección hacia un futuro. Tal vez sea la crisis de edad, por la que todos vamos a atravesar en algún momento, pero acá se hace mucho énfasis en que perdió «la chispa» de lo que lo hacía especial. El viaje es lento, pausado, un reflejo de un adulto curtido, cansado, que se mueve lentamente en un mundo que parece pisar el acelerador a fondo.

La historia es bastante complicada, sobre todo en el uso del lenguaje, pues si no sabes lo que es un mod (modal) estarás más que perdido en el terreno que pisa la película, y eso es algo criticable de la misma, pues no todos somos gamers, o estamos metidos en el mundillo de la programación. Por otro lado, se empieza a presentar una serie de personajes que no destacan en lo más mínimo en comparación a las entregas anteriores. Por ejemplo, si me preguntas quiénes son algunos personajes te responderé que vi a una china de pelo azul, a un pata que parecía el Johnny Deep de Animales fantásticos y dónde encontrarlos, un tipo parecido al operador de Matrix Revolutions y paré de contar. No recuerdo ni un nombre.

Y es que la película parece que te quiere meter, a la fuerza, los estereotipos de la generación de cristal sin darles, siquiera, una dimensión que pueda hacerlos entrañables. El mismo Morfeo (Yahya Abdul-Mateen II) es una especie de RuPaul (el reconocido draq queen) que no encaja bien con la trama, es confuso, difuso, es un personaje metido con calzador para que te sientas, de alguna manera, conectado con la saga original, pero ni de lejos llena los zapatos de Laurence Fishburne. En fin, la película la recomiendo para un día común y silvestre, en el que no estés haciendo nada, y no tengas nada mejor que hacer.

Es una película que entretiene, sí, pero que fuerza mucho la inclusión de estereotipos actuales, como el papel que debe desempeñar la heroína en las películas de moda. Es como que quiere ser políticamente correcta y eso hace que se pierda la esencia de lo que es la historia de Matrix. Si la comparamos con las anteriores, la inclusión de personajes afroamericanos, chinos, japoneses y latinos era más natural, más fluida y sin notarse como forzada; aquí no, es como una cláusula de contrato, tiene que estar sí o sí, porque si no… no hay quién financie la película.

Pero no se desanimen, creo fervientemente que el universo Matrix no ha hecho más que mostrarnos una nueva era de lo que puede llegar a ser de ahora en adelante. Un reinicio tibio, pero que augura mejores continuaciones y, definitivamente, ahí estaremos para verlas y disfrutarlas, porque lo que no hay que quitarle a la película es su capacidad de entretener.

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