CULTURA

César Olivares: "Tal vez toda mi obra llegue a ser un gran lienzo familiar"

César Olivares Acate (Trujillo, 1979) es licenciado en Educación por la Universidad Nacional de Trujillo. Es Magister en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los poemarios “La vestimenta de los días†(2009) y “TransyGente (o poemas escritos en un micro)†(2014), las crónicas periodísticas “Jeremiadas†(2009) y el libro de relatos “Talión y otros cuentos de venganza†(2010).

FUEGOS ESENCIALES   |   Cromwell Castillo   |   Junio 15, 2024

Está incluido en “Edición extraordinaria. Antología general de la poesía en La Libertad 1918-2018″ de Bethoven Medina. En el 2021 mereció el Premio Copé de Plata por su libro “Buey manso o doce cantos para disuadir al matarife -con interludios-†(2022). Actualmente es docente universitario en Lima. A propósito de la publicación de su libro Aves en el pentagrama (última canción o rigor mortis), le solicitamos una entrevista y amablemente accedió a responderla.

 

Además de mostrar la humana cotidianidad de la gente de a pie, en tu primer libro publicado te manifiestas como un hombre de familia, poetizando desde tu propia existencia.  ¿Qué ecos de La vestimenta de los días quedan en la poesía y en el poeta César Olivares Acate?

La vestimenta de los días representa la condición del hombre común que escapa de la rutina y busca refugio en el seno familiar. No obstante, este libro también presenta cierta angustia y tensión existentes en la vida del hogar. En los libros posteriores, de manera directa o indirecta esta línea temática permanece, pues, ¿qué es el hombre sino resultado de esa patria inmarcesible que es la infancia? No obstante, como poeta que basa su escritura en asuntos autobiográficos, pienso que, en poesía, a diferencia de los demás géneros, los temas te los va imponiendo la vida: la separación de los hijos, la nostalgia por los padres, la muerte de los hermanos, las enfermedades, la soledad, etc. Tal vez corro el riesgo de ser monotemático, pero escribo sobre mi familia porque es lo que tengo al alcance y es mi subterfugio ante la voracidad de la vida diaria. Tal vez toda mi obra llegue a ser un gran lienzo familiar.

 

Pero luego, en ese mismo libro, uno se encuentra con versos rotundos como estos: “Lo siento, poesía / no soy tu hijo / sólo soy un niño / de sangre ajena / que bebe / en tus pezones / la verdad de las palabrasâ€. ¿Cómo debe afrontar un poeta esa forma de desarraigo?

Es común que todo poeta reflexione, desde su posición personalísima, sobre la forma de hacer poesía y proponga su propia arte poética. Entonces la poesía se convierte en emblema y estandarte, en esa luz que marca el sendero en geografías hostiles, a veces para evitar caer al despeñadero; otras, para acompañar la caída. Respecto del desarraigo, descontando a la familia, la literatura es esa segunda patria que le ha ofrecido bordes seguros a mi marginalidad incipiente. La literatura, primero como lectura, me ofreció un lugar seguro donde descansar los tormentos de la infancia y la adolescencia; segundo, como creación, me brindó la oportunidad de procesar los avatares de la existencia y de perennizar momentos de ternura. 

 

¿Cómo ha influido en tu vida ser uno de los ganadores del Premio Copé, hoy por hoy el galardón literario más importante del Perú?

El premio ha sido muy significativo en la visibilización de mi trabajo literario. Me invitan más seguido a encuentros y recitales para ofrecer charlas y lecturas, me piden algunas reseñas y críticas para algunos libros, se comunican conmigo para ser jurado en algunos concursos de poesía, me solicitan consejos de escritura, etc. Actividades que a veces desbordan mis humildes capacidades, pero que han servido para alimentar ese trabajo paralelo del otro yo, de ese otro yo aprendiz de poeta que le hace frente en todo momento a mi trabajo como docente universitario, y que le pelea el tiempo a la planificación de clases y revisión de trabajos académicos.

 

César, ¿por qué son importantes los concursos literarios? ¿En qué medida estos garantizan la calidad literaria?

Los concursos y los premios son circunstanciales. Creo que se premia en mérito a la circunstancia, lo cual lo torna válido en todo sentido. A la circunstancia de tener un trabajo terminado cuando se abre alguna convocatoria, a la circunstancia de las preferencias de estilo del jurado calificador, a la circunstancia de los estados emocionales de los que realizan el filtro previo de los trabajos enviados cuando hay muchos participantes, a la circunstancia de que algunos no deciden participar aun cuando tienen un trabajo de notable calidad. Esos han sido los premios que he recibido: circunstancias hermosas que han impulsado mi labor creativa. En síntesis, los concursos son importantes porque estimulan la creatividad y proponen cierto mecenazgo cuando el premio es importante. Acerca de la calidad, esto ha propiciado ciertos acaloramientos. En fin, cada quien tiene su propio juicio. Como ganador de algunos concursos, me eximo de ser juez y parte en esta discusión.

 

A raíz del fallecimiento de tus hermanos, ¿cuánto terreno han ganado el dolor y la ausencia en tu vida personal y en tu poesía?

La poesía, más que nunca, ha cumplido su función de catarsis; pero luego ha pasado por un proceso arduo para convertir el dolor en un producto estético. La poesía me ha ayudado a canalizar el sentimiento de impotencia y duelo en un proceso cargado de imágenes y metáforas, algunas de añoranza, otras un tanto desquiciadas. La poesía me ha ayudado a aceptar la pérdida, pero también a entablar una comunicación permanente con los seres que han cruzado el umbral. A nivel personal, estos hechos infaustos me han hecho partícipe de un doloroso aprendizaje; entre otras cosas, me han enseñado a ver la muerte como parte importante de la vida. Como consecuencia, no le tengo miedo a la muerte, pero sí un profundo respeto.

 

“El dolor señorea todos los destinosâ€, nos dice María Aguilar Billicich en su libro “El Dolor en la Literatura Universalâ€. En uno de mis poemas yo afirmo, refiriéndome al dolor y la muerte, que “En los espejos de la sangre todos tenemos la misma identidadâ€. ¿Cómo asumes el dolor en tu libro Aves en el pentagrama (última canción o rigor mortis) y a qué se enfrentará el lector que se atreva a leerlo?

En Aves en el pentagrama (título que se lo debo a mi hijo), el dolor y el duelo están presentes en la mayoría de sus páginas, pero también la esperanza, la resignación y el consuelo. Incluso, en el libro hay textos que rayan la ironía y cuestionan la estructura social, estos le otorgan al lector la posibilidad de un breve respiro. Volviendo al tema del dolor, nunca ha sido mi intención, pero la lectura de este poemario tal vez le brinde la certeza, a alguien que está pasando por una circunstancia similar, de que no está solo, de que las pérdidas no son ausencias si los seres queridos perduran en la memoria y la emoción, en la poesía, en el lienzo y la música. En otras palabras, el dolor en el libro es un elemento disipador de culpa, como la nuez en la garganta que por fin se deja tragar.

 

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