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Cementerio general

  |   César Vargas / Muchas pelí­culas   |   Julio 31, 2013


“Cementerio General” (2013), de Dorian Fernández, recurre a fórmulas reconocibles y exitosas en el cine de terror contemporáneo. El grupo de jóvenes, el acercamiento a lo sobrenatural, las maldiciones incontrolables y la tradición popular son elementos recurrentes de este tipo de películas que tiene como estandartes títulos como “El proyecto de la bruja de Blair” (1999), “Destino final” (1999) o “Actividad paranormal” (2009).

En estas películas el terror se vuelve subjetivo y efectista. Es el miedo que invade lo cotidiano, pero que se mantiene agazapado para intervenir en cualquier momento. Las actuaciones en estos casos valen más como grupo, como comunidad sobreviviente al desastre, el cementerio mismo como escenario y personaje con vida propia asume un rol importante. La puesta en escena en ese caso es solvente, el cementerio se muestra como un laberinto donde el miedo puede aparecer sin previo aviso. Además de ello, mucha de la fuerza de la película se concentra en la niña Flavia Trujillo, que como las niñas de “El exorcista” (1973), “Poltergeist” (1982) o “El aro” (2001), representan la pureza invadida por el mal, al espíritu errante en busca de un descanso que nunca llega.

“Cementerio General” además se afilia al grupo de películas de terror hechas en los andes centrales durante la década pasada. Sin proponérselo tal vez, “El pishtaco” (2006), “Jarjachas” (2002), “El misterio del kharisiri” (2004), entre otros títulos son precedentes de esta película que se diferencia cualitativamente por el uso de recursos técnicos, una mejor narrativa y principalmente, una campaña publicitaria tan o más convincente que el argumento de la película.

Está presente también en la película el voyeurismo, un acercamiento casi morboso por lo paranormal. El registro video casero ha ayudado mucho en se sentido. Como lo advertía Alejandro Amenábar en “Tesis” (1996), el video ha comulgado con el blockbuster y las fijaciones efectistas y ocultas de los espectadores. Así ha sucedido en España, Uruguay, Suecia, México (y la lista de países continúa) donde se ha equilibrado elementos de terror locales con estructuras de franquicias exitosas.

En el panorama nacional, “Cementerio General” es además una sorpresa. La segunda sorpresa en lo que va del año y es que es poco habitual hablar de películas nacionales con éxito en la taquilla de los circuitos comerciales. Más que una coincidencia, parece tratarse de la recurrencia de una dinámica de producción. Utilizar géneros reconocibles, pensar en las expectativas del público, involucrar a la empresa privada tal como lo hizo a comienzos de año “Asu mare. La película”. Si esta última sustentaba su éxito en la risa y el humor popular, “Cementerio General” lo hace apelando al miedo, a lo desconocido, impredecible y aterrador.

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