En algún momento de la vida profesional, todos hemos sentido esa sensación de estar atrapados en el mismo lugar: haces bien tu trabajo, cumples con tus tareas, pero las oportunidades para crecer no llegan.

La buena noticia es que no es un destino permanente. Pasar de un profesional estancado a un creador de oportunidades es posible y empieza por un cambio de mentalidad. Para entender la transformación, primero veamos las diferencias clave.

Profesional estancado:

• Se limita a cumplir con lo que le piden.
• Evita tomar responsabilidades fuera de su rol.
• Espera que otros le den la oportunidad.
• Vive con miedo al cambio o a equivocarse.
• Reacciona ante los problemas en vez de anticiparlos.

Creador de oportunidades:

• Busca activamente nuevos retos y proyectos.
• Asume responsabilidades más allá de su puesto.
• Genera visibilidad para su trabajo y sus logros.
• Se capacita con propósito, para aplicar lo aprendido de inmediato.
• Anticipa problemas y propone soluciones antes de que se los pidan.

El punto de inflexión es el liderazgo visible. La transición ocurre cuando decides demostrar tu liderazgo en dos dimensiones:

1. Liderazgo personal: disciplina, responsabilidad, proactividad.
2. Liderazgo de personas: capacidad de influir, motivar y coordinar esfuerzos.

No necesitas un cargo de jefe para hacerlo. Puedes influir en tu equipo, en otras áreas o incluso con clientes y proveedores. Lo importante es que otros te reconozcan como alguien que suma valor más allá de lo esperado.

¿Y cómo te conviertes en un creador de oportunidades? A continuación, te detallo tres pasos:

1. Inicia conversaciones estratégicas: conéctate con personas clave en tu organización. No para pedir favores, sino para ofrecer ideas y soluciones.

2. Hazte indispensable: encuentra maneras de resolver problemas recurrentes que nadie más quiere abordar.

3. Muestra tus resultados: no asumas que los demás saben lo que lograste. Comparte tus avances de forma clara y medible.

Finalmente, pasar de profesional estancado a creador de oportunidades no depende de la suerte ni de esperar el momento perfecto. Depende de tu decisión de ser visible, aportar valor de forma constante y liderar, aunque nadie te haya dado un título para hacerlo.

El liderazgo no es un cargo… es una actitud. Y esa actitud es la que abre las puertas que necesitas para llegar a donde quieres llegar.