Política

Contra el capitalismo de la vigilancia

CONCIENCIA CRÍTICA   |   Miguel Ángel Huamán   |   Septiembre 09, 2022

El clima en todo nuestro planeta sufre grandes alteraciones: sequías que reducen al mínimo el caudal de los principales ríos, lluvias torrenciales que inundan zonas rurales y urbanas, deshielo de los glaciales en los polos, selvas convertidas en desiertos arenosos, aumento del nivel del mar y oleajes que socaban puertos y balnearios, nevadas extremas que generan avalanchas y derrumbes, incendios en bosques sedientos. Madre natura parece protestar en forma enérgica contra la especie sapiens, depredadora y contaminante. Evidentemente, la causa de estos cambios irreversibles radica en el capitalismo industrial que en todo el siglo XX ha atentado contra el mundo natural de modo irresponsable.

Sin embargo, en este nuevo milenio recién iniciado, el régimen del capital global ahora amenaza con manipular una dimensión más grave: la propia naturaleza humana. Utiliza el incremento inusitado de la ciencia y la tecnología para intensificar las ganancias, promover una cultura del espectáculo, la evasión y el entretenimiento que intensifica el consumo y el despilfarro. En consecuencia, las desigualdades sociales, en lugar de disminuir, han aumentado en relación directa con la rentabilidad de los monopolios multinacionales y la corrupción internacional, soportes del nuevo orden económico y político que pretende convertir la democracia en un sistema polarizado de vigilancia, control y sanción.

La actual guerra entre Rusia y Ucrania, las tensiones entre China y Taiwán, así como diversos conflictos geopolíticos entre naciones de todos los continentes, que enfrentan a la sociedad del siglo XXI consigo misma, amenazan con convertirla en una colmena controlada y totalmente interconectada. Con la globalización de la información digital consiguen seducirnos con la falsa promesa de alcanzar con certeza absoluta la mejor época de la humanidad. Conquistaremos las estrellas, gracias a tecnologías amables, afirman, pero ocultan el máximo lucro posible para sus reducidos promotores. El trágico costo de este engañoso sueño de progreso y calidad de vida no solo consiste en la pérdida de la democracia, la libertad, sino que el futuro de nuestro hogar como seres humanos camina hacia un patético colapso.

Este premonitorio escenario ha sido anticipado por Shoshana Zuboff, socióloga y profesora emérita de Harvard, en su libro La era del capitalismo de la vigilancia. La lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder (2019), de donde extractamos la siguiente cita que ilustra el problema: “El ámbito de lo digital está conquistando y redefiniendo todo lo que nos es familiar antes incluso de que hayamos tenido ocasión de meditar y decidir al respecto. Hacemos pública exaltación del mundo conectado en red por las múltiples formas en las que enriquece nuestras capacidades y posibilidades, pero ese mundo también ha engendrado territorios completamente nuevos de preocupación, peligro y violencia, al tiempo que se ha ido desvaneciendo toda sensación de que el futuro sea predecible”.

Este nuevo orden económico, surgido con el siglo XXI, reclama para sí la experiencia humana como materia prima gratuita aprovechable para una serie de prácticas comerciales ocultas de extracción, predicción y ventas. Zuboff lo denomina capitalismo de vigilancia, que impone una lógica económica parasitaria. En esta la producción de bienes y servicios se subordina a una nueva arquitectura global al modificar la conducta de las personas para que asuman que viven en el paraíso. El sustento de esta mutación inescrupulosa del capitalismo radica en la “ideología felicista”, estudiada por Franco Berardi en La fábrica de la infelicidad. Nuevas formas de trabajo y movimiento global (2003). La religión del lucro y culto al dinero ha logrado expropiar a los seres humanos en conjunto su biósfera o hábitat natural y romper con sus raíces hogareñas, para aislarlos en un solipsismo egoísta y enajenante. Todo con el objetivo de instaurar un sistema caracterizado por grandes concentraciones de riqueza, conocimiento y poder que no tiene precedente en la historia humana. 

Todos debemos de tomar conciencia del peligro que esta economía del control y la vigilancia implica para la humanidad. Sin distinción de edad, género, creencia, lengua e ideología tenemos la obligación de rechazar la expropiación de nuestros derechos humanos y exigir la supervisión, explicación y el consenso en el empleo de la inteligencia artificial para la toma de decisiones inherentes a la vida, en resguardo a la libertad consustancial a la democracia. En tal sentido, la manipulación de los medios de comunicación social a favor de la división del mundo en dos bandos irreconciliables, que busca acallar cualquier discrepancia o diferencia, debe considerarse como un golpe desde arriba: un derrocamiento de la soberanía del pueblo. 

Asimismo, tenemos la obligación ética, en defensa del futuro de nuestros hijos, de censurar y rechazar a aquellos que colaboran en la administración de este emergente sistema y avalan sus cínicas medidas. por privilegios y beneficios individuales, que son simples migajas ante la magnitud de las milmillonarias fortunas que disfrutan los monarcas del nuevo poder mundial. Continuaremos abordando diversos aspectos del emergente actual régimen geopolítico, económico y cultural en expansión.

Ilustración: https://trend.pe/

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