Política

Cien años de «Trilce»

CONCIENCIA CRÍTICA   |   Miguel Ángel Huamán   |   Octubre 27, 2022

A los cien años de publicado, Trilce de César Vallejo sigue como “un territorio poético no frecuentado coherentemente ni por la crítica ni por los lectores”. Cumplido un siglo de su aparición, “las lecturas, morales, humanistas o psicológicas de Vallejo fallan porque se fijan excesivamente en contenidos, en lo subjetivo y no en el gesto performativo, en la escena del lenguaje, en la propia puesta en acto” de las palabras. A pesar de algunas críticas precursoras y comentarios anticipatorios, la dimensión fundacional dentro del horizonte poético de la vanguardia internacional de la escritura vallejiana continúa sin un esclarecimiento que haga justicia a su aporte.

En el marco de un Coloquio Internacional por los cien años de nacimiento del poeta, fuimos los primeros en afirmar que los poemas vallejianos son actos de habla, actos locutivos cuyo sentido no se agota en el contenido de los enunciados, pues su significado está en función de la precisión de las condiciones indispensables para su éxito o aceptabilidad. Es decir, poseen más que un significado una fuerza ilocutiva que garantiza la comunicación intersubjetiva por encima de la carga explícita de su información o contenido.

Aunque existe un marcado consenso en la crítica sobre el efecto que desencadenan sus poemas, lo cierto es que se ha intentado descifrar su nuevo lenguaje desde acercamientos sintácticos y semánticos con relativo y parcial éxito. Tal es el caso de Irene Vegas García (1982) que, con los conceptos y el método de Jean Cohen, centrado en las desviaciones fónicas y semánticas, analiza ocho poemas de Trilce. Así logra postular algunos mecanismos esenciales que le permiten establecer la estructura del nuevo lenguaje que Vallejo habría creado de forma particular, calificado este como de sentimiento o encantamiento; es decir, en un sentido connotativo. Sin embargo, al dejar incólume sin precisar ni explicar la naturaleza de ese lenguaje especial, el esfuerzo deviene descriptivo y constatativo porque reduce su visión del mismo al código, a las relaciones entre signos y de estos con los objetos designados, convalidando la perspectiva estructural que reduce la lengua a la función informativa.

Por otro lado, Ricardo Silva Santisteban (1994) al comparar las versiones anteriores de algunos poemas de Trilce realiza un notable catastro de recursos sintácticos y semánticos, pero que lamentablemente no percibe la globalidad del uso del lenguaje con intencionalidad poética de Vallejo al obviar la dimensión pragmática del proyecto escritural de nuestro vate. Es decir, el poeta santiaguino está forzando al idioma a emanar una nueva poética del mañana que implica un nuevo lenguaje en ciernes o, con otras palabras, una dimensión simbólica inédita, producto de la imaginación al servicio de la creación verbal que modeliza el pensamiento. El epítome de este efecto perlocutivo está en el título del poemario: “Trilce” que no significaba nada dentro del enfoque gramatical y semántico de su tiempo, pero ahora no solo se pronuncia con facilidad y recurrentemente, sino que significa siempre en hazes (de “haz”) innovadores. En concreto, como su titular, la escritura vallejiana funda un nuevo horizonte que rebasa la vanguardia y trasciende hasta la postvanguardia actual.

Asimismo, tan interesante como lo señalado podemos constatar aquello que está ausente en el poemario, que adquiere un valor interpretativo crucial porque precisamente comunica mucho sin decir, al no enunciar: amor, libertad y entendimiento. No encontraremos en todo el conjunto versos que exalten o tributen ni a amor (omnipresente en el romanticismo), la libertad (cara a la vanguardia) y el entendimiento (favorita de la crítica postvanguardista). Aunque, Trilce incluye esos ámbitos temáticos asimilados a un discurso en acción afincado en los propios seres humanos; este núcleo será intensificado y ampliado en España aparta de mí este cáliz y en los recogidos en Poemas humanos. También es relevante frente a su profusa presencia en Los heraldos negros el notorio abandono del tema religioso.

Por otro lado, las presencias en el poemario son fuera de lo común, tanto en temas como en subtextos y contextos: profusa presencia de voces del habla cotidiana (coloquialismo supérsite), encarcelamiento (enclaustramiento vital), sobrentendidos y malentendidos (representaciones internas). Estos otorgan a su registro de una ampliación exponencial del campo semántico que desde lo explícito aborda lo implícito que exige el recurso de situaciones comunicativas plurales, cuyos contextos cognitivos y culturales adquieren tanto o más importancia que el exclusivamente lingüístico.

El gran poeta Ezra Pound (El arte de la poesía, 1970) ha sido uno de los pensadores más agudos sobre la poesía, sus reflexiones han permitido definir las tendencias y transformaciones en el discurso poético moderno desde inicios del siglo XX. Entendía que existían tres vertientes en la escritura poética: la melopea, basada en la melodía musical de las palabras; la fanopea, encarnada en la imagen como elemento articulador de las palabras como totalidad; y la logopea, que entendía como el juego del intelecto entre la musicalidad y la imagen. Vallejo ha sido catalogado como perteneciente a  la melopea posmodernista en Los heraldos negros (2018) y en tránsito a la fanopea en Trilce (1922), con lo que se le afinca a la vanguardia, pero latinoamericana.

Un error de la crítica literaria de mediados del siglo pasado ha sido asumir que bastaba con el nombre para incluir nuestra producción poética en el proceso moderno sin entender la necesidad de un cambio de mentalidad frente al desarrollo cultural capitalista que no se expande en forma homogénea, sino que produce colonialismo que altera las condiciones de su desarrollo que adquiere rasgos heterogéneos y plurales en la periferia. La marginalidad que el capital genera implica grandes diferencias si se radica en Lima, Asunción o La Paz en lugar de Nueva York, París o Roma.

Siguiendo a Scott Lash (Sociología del modernismo, 1997), que al inicio de la última década del siglo pasado hizo una síntesis crítica de la sociología cultural occidental, podemos afirmar que César Vallejo forma parte de la explosión diferenciadora de la vanguardia moderna, pero a diferencia de sus coetáneos fundadores de la tradición poética modernista su alcance abarca precursoramente la fase nueva vanguardista y la implosión posmoderna sucesiva y posterior. Esto significa que su registro lírico rebasa la sensibilidad diferenciadora de la experimentación característica de la tradición occidental y trasciende hasta una fase desdiferenciadora por nutrirse del ímpetu de la marginalidad de la heterogénea cultura andina. Esta postura diferente implica un retorno a lo comunitario simbólico y a un uso pragmático de las palabras; es decir, que concretiza lo abstracto como precisó precursoramente Vilém Flusser (Hacia el universo de las imágenes técnicas, 1985), punto que como veremos caracterizará el horizonte poético vallejiano.

La génesis de la actual cultura moderna hay que encontrarla en los procesos de diferenciación frente a la sociedad antigua en donde lo social constituía una totalidad entre las esferas sociales. Lo sagrado era inmanente a lo profano, los rituales a la religión, la naturaleza y lo espiritual permanecían unidos, trabajo y medio ambiente armonizaban. La modernización aparece como proceso con la autonomía progresiva de la cultura secular frente a la religiosa y la separación entre las esferas sociales. Correlato de la extensión del modo de producción del capital surge un régimen de significación,  a fines del siglo XIX, que cuestiona la representación del discurso retórico dominante y promueve la figura y la imagen emergente. La escritura profana socava la homogeneidad pasada para instaurar la diferenciación al oponer la caducidad en todo ámbito o espacio. La irrupción de las vanguardias a inicios del siglo XX posee ese sesgo, lo que explica el interregno de la corriente modernista latinoamericana en la tradición marginal y periférica de habla hispana.

En términos contradictorios, simultáneamente al tránsito del ritmo y la rima hacia la imagen y el verso libre, el registro cambia el énfasis de la melopea hacia la fanopea, en la terminología de Pound. Esta precisión posibilita comprender en términos de campos semánticos la peculiaridad de la nueva poesía latinoamericana y dentro de esta del proyecto poético de la escritura vallejiana en su evolución de Los heraldos negros (1918) hacia Trilce (1922) y de este hacia España aparta… (1939) y los Poemas Humanos (1939). Este se caracteriza como una evolución y superación acelerada de la diferenciación hacia la desdiferenciación patente en el cambio temático de la caducidad espacio/temporal hacia una permanencia/continuidad; es decir, entre lo pasajero, efímero o volátil frente a la continuidad, la huella o lo universal solidario. Con otras palabras, la escritura poética de César Vallejo cataliza en sus inicios la modernidad temprana y en su continuidad termina anticipando la modernidad tardía. 

Estamos en condiciones de poder precisar que Vallejo forma parte de la tradición de ruptura de la poesía latinoamericana en tanto propone una visión simbólica de diferenciación. Frente al régimen de significación de la modernidad, encarna una conciencia crítica que percibe simultáneamente la problemática del individuo encerrado y atrapado en su defección anuente complementariamente a la distinción sustentadora del colonialismo. En tal sentido, su poética evolucionará hacia una perspectiva desdiferenciadora que rescata la solidaridad y la cooperación en el proceso social como un horizonte cultural disidente y revolucionario. Por lo que, la conclusión nos conduce a una postura descolonizadora muy precursora, que hemos calificado de “humanismo comunicativo” porque: “la peculiar característica de la poesía vallejiana, de suscitar las más enconadas y contradictorias adhesiones ideológicas e interpretaciones, radica en la propia estructura verbal de los textos poéticos, cuyo peculiar estilo genera un humanismo comunicativo, sostenido en un uso dialógico de la palabra. Este instala al lector, como conciencia coparticipante, en la dimensión de la interacción a través del lenguaje. En dicho horizonte, la experiencia estético-literaria de la creación verbal posibilita que recupere su capacidad de solidaridad y adhesión libre, su ser genérico comunitario y cooperativo. En ese sentido, nuestro César Vallejo es un poeta universal que atraviesa críticamente en su producción poética los diferentes estadios de la cultura moderna para cuestionar permanentemente su falta de visión humana, solidaria y cooperativa.

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