Política
Miente, miente, que algo queda

CONCIENCIA CRÍTICA | Miguel Ángel Huamán | Febrero 11, 2023
El pensador coreano Byung-Chul Han en su último libro Infocracia (2022) afirma que hemos transitado hacia una pseudo democracia manejada por los dueños de los canales informativos, como consecuencia de la aplicación de la informática, la digitalización y la inteligencia artificial en las organizaciones y actividades partidarias. Este sistema político emergente y dominante en el actual mundo globalizado es el causante de la crisis de gobernabilidad de la democracia actual y su degeneración precisamente en infocracia. Así denomina al régimen de la información procesada mediante algoritmos o fórmulas matemáticas, que la inteligencia artificial traduce en pronósticos anticipatorios de respuestas conductuales, lo que permite controlar los procesos sociales, económicos y políticos. En el mundo actual los datos se utilizan como un arma para imponer un sistema político manipulador y autoritario basado en la errada creencia colectiva de que atravesamos la mejor era de la humanidad, tal como la novela de Aldoux Huxley Un mundo feliz (1932) describió anticipatoriamente.
Es decir, en medio del frenesí comunicativo inducido por la cibernética y el enclaustramiento por la pandemia del coronavirus, el capitalismo global nos ha encerrado en nuestra individualidad subjetiva y particular, al reducir la actividad social, la educación y el trabajo a la dimensión doméstica aislada. En el marco de la difusión de una cultura del espectáculo, dominante gracias a internet, los dispositivos electrónicos y los programas amables personalizados, ha sometido los contenidos de la actividad política a la lógica de la apariencia y la diversión que desplaza lo racional, la tolerancia y la libertad de opinión para imponer una visión manipulada de la realidad nacional e internacional. A diferencia de los primeros tiempos del sistema democrático cuando la esfera pública discursiva se sostenía por la lectura, el diálogo, el debate partidario y la aprobación consensuada de programas, para ser sancionados por sufragio universal libre, hoy el manejo monopólico de los medios de comunicación y el impacto en las redes sociales, en las mediciones de audiencia, fundamentan y justifican a una mediocracia.
Esta cúpula que gobierna con el control de la información en los medios ha reclutado un ejército de abogados, consultores y expertos al servicio de una clase política conservadora y reaccionaria, con la intención de capturar y poner los mecanismos del Estado y la democracia a su beneficio y antojo. El sistema democrático ha dejado de ser un ágora o asamblea en donde se defiende a partir del diálogo la soberanía del pueblo y el derecho de este a elegir y controlar a sus gobernantes, para dar lugar a una nueva modalidad de gobierno: la infocracia. Este régimen vigente tiene como fundamento no la verdad, la transparencia y el respeto a los compromisos, derechos y acuerdos, sino la tergiversación de la información, la retórica del sensacionalismo y la mentira que permite la impunidad. La involución de la sociedad moderna hacia la actual era del control y la manipulación de los medios de comunicación social involucra no solo al Perú, sino a todos los países del mundo
Esta metamorfosis del sistema capitalista fue anticipada a inicios de la última década del siglo pasado precursoramente por el lingüista y pensador Noam Chomsky, quien en 1990 describió cómo los medios de comunicación utilizan técnicas periodísticas para distraer, distorsionar y manipular la verdad de la información, impartir valores falsos y controlar el pensamiento, la conducta y la opinión de las masas al servicio del poder dominante. Posteriormente, el economista Jeremy Rifkin. En sus libros El fin del trabajo (1995) y La tercera revolución industrial (2011), estableció con claridad que la nueva etapa del capital global que estamos atravesando a inicios del siglo XXI, tiene un componente fundamental y diferencial en nuevas formas de comunicación que se convierten en el medio de organización y gestión a favor de los grupos financieros, corporaciones tecnológicas y el reducido círculo de los milmillonarios del planeta.
Revisemos brevemente las más importantes técnicas de manipulación de la información para el control poblacional formuladas por Chomsky y su confirmación como causas de la crisis de gobernabilidad de la democracia peruana, producto de la dictadura cívico-militar de Dina Baliarte, en complicidad con el congreso más corrupto de la historia nacional.
La primera técnica de manipulación y mentira es la creación y difusión de problemas falsos y la supuesta solución de los mismos, así se inventa un tipo de dificultad para brindar la salida de acuerdo a sus intereses. En el caso peruano esta estrategia tiene que ver con la calificación de los ciudadanos que ejercen su derecho a manifestar su protesta, como terroristas o delincuentes. El artículo 2°, inciso 17 de la actual Constitución dice que toda persona tiene derecho a “participar, en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural de la nación. Los ciudadanos tienen, conforme a la ley, los derechos de elección, de remoción o revocación de autoridades, de iniciativas legislativa y de referéndum”. No se contribuye a la paz al calificar a los miles de manifestantes como terroristas o grupúsculo de delincuentes ni mucho menos con denunciar por el supuesto delito de “apología del terrorismo” a los ciudadanos que manifiesten por redes sociales, escritos, videos, audios y cualquier forma su pensamiento, opinión y rechazo a la “indiscriminada represión desencadenada por las fuerzas policiales”.
La segunda estrategia de los medios de comunicación social confirmada y recurrente en estos tiempos nublados consiste en calificar a los participantes sin ninguna prueba seria como delincuentes ligados al narcotráfico, la minería informal y el comunismo bolivariano que supuestamente financian toda protesta o manifestación. Si eso fuera cierto, dada la magnitud y extensión de las marchas, huelgas, tomas y movilización, que abarcan todo el territorio nacional, la supuesta organización criminal responsable sería más numerosa, importante y presente que todos los partidos legales registrados y existentes. La verdad nada tiene que ver con esta capciosa interpretación, que solo ha conducido a encarcelar a una anciana mujer campesina por poseer 1,900 soles, con los que prestaba dinero solidariamente a los contusos o heridos para su curación médica.
La tercera técnica de manipulación de la información para el control de la población consiste en considerar a la gente como inmadura e infantil para así optar por una estrategia de comunicación simplista que evita cualquier pensamiento crítico al apelar a las emociones básicas (miedo, temor, desconfianza, etc.) que impiden el raciocinio, la reflexión, la evaluación comparativa. Hemos apreciado el empleo de esta estrategia en la crisis peruana actual con la ausencia de diálogo y escucha a las justas demandas de la población, para tratarlas como si fueran pataletas de niños engreídos y amenazarlas con el castigo y la sanción. Es indispensable reconocer que toda persona es libre y tiene derecho a pensar lo que desee, asumir una ideología o una idea política no es un crimen; lo que es delito es pretender imponerla a la fuerza y con violencia a los demás o actuar con la intención de eliminar a las personas que piensan de modo distinto. La historia ha dado contundentes ejemplos en América Latina y el mundo que cuando se abandona u olvida ese derecho de libertad de pensamiento, las democracias débiles o insipientes como la peruana, terminan convertidas en Estados autoritarios, represivos y fascistas.
Así, la actual clase política gobernante ha convertido a las Fuerzas Policiales en un cuerpo represor al abandonar su papel de resguardo del derecho libre de protesta que todo ciudadano goza. El resultado ha sido más de sesenta muertos por el uso indiscriminado de perdigones, bombas lacrimógenas y balas, con la absurda excusa de ser agitadores y criminales que usan la violencia para atentar contra la propiedad privada, el orden democrático y las leyes. La prensa oficialista y los medios controlados, en lugar de denunciar este atropello al derecho a la vida, han calificado de “heroica labor” el accionar de las fuerzas de orden sin ningún control. Incluso negando la evidencia gráfica, visual y testimonios que muestran a los policías como los que disparan a quienes inocentes y pacíficos terminan muertos, como es el caso de Víctor Santisteban fallecido en Lima. De esa manera, fomentan la ignorancia y el oscurantismo acostumbrando al público a contenidos carentes de calidad y veracidad, al difundir valores falsos y criterios mezquinos.
Por último, la cuarta técnica de manipulación de la información para inducir conductas sociales busca distraer a la opinión pública al difundir una gran cantidad de información a diario de forma tal que no se pueda ya discriminar lo importante o superfluo, lo relevante de las noticias del espectáculo o el deporte, la economía o el entretenimiento. Difunden declaraciones que pretenden con mentiras y falsedades justificar la acción irresponsable de las autoridades e instituciones que deberían propiciar el respeto a los derechos y leyes de la nación, en lugar de incentivar el enfrentamiento y la división entre compatriotas. Al culpabilizar del caos y el desorden, promovidos por el propio gobierno, a un minúsculo grupo de agitadores que supuestamente pretenden desestabilizar la nación no se hacen cargo de las propias responsabilidades, sino argumentan que se han tomado disposiciones dolorosas, pero necesarias, cuyas supuestas explicaciones se basan en retóricas y mentiras revestidas de sabiduría engañosa, como la interpretación supuestamente semiótica del significado de los colores usados por los manifestantes en sus movilizaciones, banderas, escudos y pancartas, que un oficial policial presentó con anuencia de los medios en los noticiarios y periódicos.
Estas técnicas comunicativas estimulan la complacencia y la anuencia de un sector de la ciudadanía, incentivan el conformismo y la mediocridad al ofrecer contenidos mentirosos a los que acostumbran a una parte de la población. La misma que por sentido común rechaza enfrentar la verdad que pondría en duda la confianza psicológica en sus allegados y amigos (disonancia cognitiva), porque no quieren reconocer la profunda crisis que atravesamos (rechazo a la realidad problemática). En tal sentido, cualquier ciudadano que hace uso de su derecho constitucional de protesta termina visto como vándalo, delincuente, terrorista y antisocial, por lo que no importa que muera o sea injustamente encarcelado. Por supuesto que esta práctica de mentir no la ha inventado la clase gobernante peruana, famosa por su ignorancia e incultura. En realidad, viene desde Plutarco cuando afirmó: “la calumnia, aunque haya curado su llaga, siempre quedará la cicatriz”, confirmada por Roger Bacon cuando dijo: “Calumnien con audacia, siempre algo queda” y por Jean Francoise Casimir que señaló: “Mientras más increíble es una calumnia, más memoria tienen los tontos para recordarla”. Seguiremos en las siguientes entregas con la reflexión sobre la actual crisis de gobernabilidad por la que atravesamos. Ilustración: El Comercio
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