Política

Semejante ovejita

La política desde que prácticamente se inició la democracia, ha tenido como lastre un doble discurso por parte de sus principales actores: los políticos hoy más que nunca manejan dos caras.    

Mínimas necesarias, por Alex Neira   |   Alex Neira   |   Febrero 02, 2012

«Si quieres hacer algo, haz que tu contrincante lo haga por ti» sentenció Sun Bin en El arte de la guerra II, manual de cabecera de diversos como inescrupulosos políticos, empresarios y estrategas en general. Así, bajo esa consigna, muy posiblemente, se ha movido el señor Yehude Simon. Aquello de... «lo salvaron», por manifestar que en lo referente al voto a favor del santo varón Chehade «fue un error» no cuadra ni de lejos, o en todo caso lleva a la curvatura del círculo. Uno, no han buscando salvarlo sino no seguir siendo monigotes de su maquiavélica mentecilla. Dos, él de fijo se informó que no lo «soltarían», o se disculpaba o lo perdonaban esperando a que se disculpe —frasecitas bien filudas cual delicadas lo habrían pinchado hasta el tuétano de sus maleables huesos—, lo que «popularmente» lo habría indispuesto.  

«Los magos y los políticos tienen mucho en común: desvían nuestra atención de lo que realmente están haciendo», atinadamente intuyó el escritor nigeriano Ben Orki.  Y esto con otras palabras pero igual trasfondo lo comparten por experiencia propia numerosísimos conciudadanos. Por otra parte, no hay excélsior mago en estos enfebrecidos y políticamente desalentadores tiempos —de destapes y ampayes— que el señor  Yehude Simon. Vistas así las cosas, remitámonos a los hechos y no las palabras; como dice el evangelio: «al árbol se le conoce por sus frutos».

El señor Simon ¿por qué habría querido seguir permaneciendo dentro de la bancada de Alianza por el Gran Cambio, a santo de qué? ¿No ha votado a favor, aparte del asunto Chehade, nueve veces más; esto es, no ha dejado mal parada a su bancada reiteradas veces? ¿No es indudable que el Proyecto Módulo Perú, organizado por la oficina de Participación Ciudadana del Congreso —que en teoría es apta para los congresistas en su totalidad— sirve de beneficio, exclusivo y excluyente, a él y sólo él (así asegure y reasegure que haya invitado a sus filas al parlamento entero)? Repensar un segundo: ¿ello no sirve para deducir que su intención iba en dirección contraria a la política de su bancada (y funciones como congresista), ya que entre otras linduras dichas ha expresado que la finalidad del «proyecto» es acercar al Ejecutivo al pueblo?

Entremos un tanto en materia. Los tres poderes del estado son autónomos e independientes ya que en la medida de lo posible garantizan que el poder no se desborde por ninguno de sus componentes; entonces: ¿no es acaso deber (y límite) de los parlamentarios, según al menos la Carta Magna, el de legislar, fiscalizar y representar al pueblo...?, ¿en qué artículo o inciso de la constitución se hace mención de lo que viene realizando el señor Simon; su actuar es lícito, ecuánime, transparente..., hace imaginar que su móvil ayuda a solidificar la blanda democracia, esa que nos reina y truena?

¿Qué habría sucedido si su bancada lo hubiese echado a un lado hace un par de días?; ahora es importantísimo cavilar acerca de esto. Recordemos que en este país en donde a más del noventa por ciento de la población no le da ni frío ni calor los aconteceres políticos, en donde la «opinión pública» es consecuencia muchas veces de medios de comunicación avocados a desinformar o incluso tergiversar la verdad de los hechos por sucias relaciones con funcionarios y autoridades, otra interrogante: ¿no habría sido más bien victimizado el señor Yehude Simon (por él mismo y toda la bancada oficialista), no lo habría puesto en línea para arrimarse a cualquier otra corriente, por supuesto de mayor poder como ya en algunas ocasiones lo ha demostrado?

Momentito: no ignoraba, como es de esperarse, mucho más pronto que tarde saldría a relucir su cercanía con el Ejecutivo sobre el proyecto Módulo Perú, tomando en cuenta como ha posado para las fotos y sabiendo que las filmaciones acerca de su feria de popularidad iban de inmediato a la página del congreso. ¡Epa!, guiándonos por sus actos es seguro no ha buscado prevalecer en la bancada que lo acaba de perdonar sino todo lo contrario. Ojito: este repentino afán de solidaridad de hecho lo habrá sorprendido.

Quién diría, tan cándidos no son sus compañeros de vertiente, esta vez ellos también han visto más allá de la realidad de la semana. Cierto, es conocido que, por lo mismo de ser una bancada, antes de hacer pública la decisión sobre la posible separación del implicado, ya entre bambalinas han de haber meditado cuál sería el veredicto —por lo menos los más—, tampoco es novedad que este tipo de informaciones suelen filtrarse, incluso con varias horas previas, a lo que queda por asegurar el señor Simon se ha visto obligado a disculparse enterado de que seguiría en donde estaba, o era «pido perdón antes que ellos», o era «esperamos se arrepienta pero no lo vamos a separar por... (florazo)», en definitiva, antes que quedara muy mal parado mejor hacer la de arrepentido. 

Apéndice

Hoy en día se encuentra muy arraigada la mezquindad en la lengua. Se nombra de cualquier manera, se señala una palabra por otra, se olvida que no hay nada más democrático que el idioma, que los límites de cada quien son los límites de su léxico; así pues, sin ánimo de promocionar a la lingüista Martha Hildebrandt me gustaría esparcir un par de semillas léxicas de su última publicación libresca; de hecho palabras bien enraizadas en el Perú —y casi toda América hispánica—, pero que asimismo muchos compatriotas desconocen, o aún más: utilizan sin tener una idea clara de lo que quieren denominar.

Gollería: ventaja de que goza, sin merecerlo, un funcionario o empleado público.

Maromero: se refiere a la persona de ideas o posiciones cambiantes según su conveniencia.

 

Foto: tapiz de Claudio Medrano. Título: "El buen pastor" (detalle)

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