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«El pez rojo de Hiroshima» de Rosakebia Estela

Rosakebia Estela Mendoza (Perú, 1990)
Becaria Sakharov del Parlamento Europeo, Unidad de Acción de Derechos Humanos. Rosakebia se graduó del programa de Maestría en Industrias Creativas y Programas Culturales de la Universidad Nacional de las Artes de Taipéi y ha representado a la delegación peruana en varios eventos académicos en el extranjero, en quince países, combinando el poder creativo de las artes, ciencias y humanidades.

MOSCAS DE BAR   |   Poesía y narrativa peruana / Moscas de bar   |   Noviembre 14, 2024

Poema 1

El pez rojo de Hiroshima fue el único sobreviviente en las costas después de la gran explosión. Es una especie única, de contextura larga y delgada. El pez pasó de habitar las aguas del Pacífico a habitar el cuerpo de la primera mujer que visitó las ruinas del lugar posterior a la explosión. Los especialistas japoneses en Biología Marina no tardaron en pronunciarse sobre el último pez de las aguas de Hiroshima que se había convertido en un endoparásito humano debido a las altas concentraciones de radiactividad. A diferencia de otros endoparásitos, el pez rojo no se alimenta de la mujer, su hospedadora, sino de los rayos de luna que atraviesan el cuerpo juvenil de la dama, el cual está adornado con canela y pimienta negra. Esto sucede cuando el pez se moviliza por el interior de los ojos de su compañera, sin llegar a nublar por completo su visión, y recrea recuerdos de otros tiempos en breves líneas horizontales acompañadas de una lejana realidad. La bella muchacha contempla dos mundos: el mundo actual, en el cual reposa en un sillón tallado a mano, y la travesía del pez, que cruza a gran velocidad las masas de fuego. Su corazón dormido se agita al escuchar el sonido de la gran explosión. Abre los ojos y es 1945. Cierra los ojos y el tiempo deja de existir. Como ornitólogo en Literatura Fantástica, especialista en aves mitológicas y más, con varios años de experiencia en la materia, afirmo que el pez rojo de Hiroshima, que ahora coexiste con la belleza de la muchacha en una ciudad fuera de Japón, muy pronto se convertirá en pájaro. ¡Usted, honorable Madame, tendrá un talento muy especial para navegar por cielos y mares!

 

Poema 3

El pez rojo de Hiroshima sobrevivió a la gran explosión; ni el bien ni el mal se apoderaron de él. Así, el pez decidió viajar por los espejos. Llegó al espejo de mano de una muchacha que intentaba definir la belleza para sí misma. La imaginación de la muchacha cae con fuerza desde lo alto de un manantial, dividiendo su corazón en un ejército de personajes sin pasaporte. Algunos historiadores prefieren creer en la versión donde la muchacha, voluntariamente, se dirigió al turbulento puerto, bebió de las aguas aún ácidas y, de esta manera, ingirió al último pez rojo de Hiroshima. Con ello, la desesperación y el compromiso de conservar en su interior los futuros cardúmenes que repoblarían las aguas y leyendas de Japón se apoderaron de ella.

 

Poema 5

El lenguaje es el hogar del pez rojo de Hiroshima. 

Nosotros habitamos la vida habitable del asombro.

 

Poema 11

Cuando el pez rojo de Hiroshima 

se dejó ver por primera vez en tus ojos,

actué con mucha cautela, no porque estuviera asustado por los escombros de la guerra, 

yo ya tenía en mi piel algunas cicatrices de la guerra civil anterior. 

Fui muy cuidadoso para que no descubrieras en ti misma 

algo que no querías ver. 

A mí las sombras no me asustan 

porque nací en una comunidad de curanderos

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