CULTURA

El último pecado de Ozzy Osbourne

El príncipe del mal hizo estallar la explanada del Estadio Monumental de Lima. Aquí una crónica del concierto de heavy metal que liberó las lágrimas aguantadas desde hace décadas. Ozzy mojó a parte del público.

  |   Nicky Rodríguez   |   Abril 18, 2011

Hacia fines de los años 80, cuando descubrí la música del `Padrino del heavy metal´, Ozzy Osbourne, y sus discos más geniales como Bark at the moon y The ultimate sin, que no sólo colmaban de buenas y estridentes canciones, si no que mostraban el característico arte diabólico de este oscuro personaje del rock pesado. 

Miles de fanáticos nunca imaginamos que el  sueño de verlo podría realizarse. El 12 de abril, en la explanada del estadio Monumental, fue el encuentro con el mal.

Después de una larga espera llegó el día. En la mañana a trabajar, después a la universidad y luego tenía una cita con el destino. "No puedo fallar, nadie sabe que pueda pasar con este loco. De seguro nunca más regresa o muere", pensaba constantemente.

Tres amigos me esperaban en la puerta del estadio, y yo estaba en clases totalmente desconcentrado y con el celular en modo silencio. Pasaron las horas hasta que por fin pude correr al taxi. Me encontré con mis cómplices, entramos al toque porque ya había empezado a sonar la primera canción y mientras nos ubicábamos vimos como Ozzy agarraba una manguera y mojaba al público. Poco después haría lo mismo con un par de cubetas.

Al rato sonaron clásicos de Black Sabbath como Fairies wear boots y War pigs. Empecé a tomar conciencia de que estaba viendo al más grande del rock pesado, acompañado de músicos tan prestigiosos y talentosos como los que lo han acompañado en toda su carrera. Felizmente el sonido estuvo a la altura del `Príncipe de las tinieblas´. Poco después tocaron el cóndor pasa en un largo solo de guitarra, logrando emocionar a los 15 mil fanáticos que acudieron. Luego volvió a las cubetas y a mojar al público. ¡Pobres cámaras!

Buscamos un mejor espacio para ubicarnos y encontramos algo más cómodo y mucho más adelante. Nos instalamos para apreciar mejor el concierto y tomar buenas fotos, pero al escuchar el bombo y los primeros riffs de Iron man la gente se volvió loca. Fue entonces cuando un pogo infernal se armó en el mismo lugar que estábamos. Al principio nos apartamos, pero luego le entramos al despabile chocándonos con varios de estos fanáticos desadaptados que habían armado la fiesta en la zona “Crazy train”.

Luego llegaría la calma al sonar los primeros acordes de la genial balada Mama, i’m coming home. Ozzy no paraba de agitar los brazos de abajo hacia arriba, algunos fans no lo podían creer, estaban a 30 metros de él y al fin podían liberar llantos esperados por décadas. Realmente conmovedor. Y eso que Ozzy ya no tiene la performance que tenía en los años 80 o 90, pues los excesos y la edad le han pasado la factura tanto en lo físico como en lo vocal. A pesar de esto, creo que sigue siendo un show imprescindible para cualquier amante del rock y de heavy metal.

El tema de cierre de esta velada fue el mejor. Quizás la canción más emblemática de toda la carrera de Ozzy desde Black Sabbath: Paranoid. Fue el éxtasis del concierto. Al finalizar el público clamaba al unísono "one more song, one more song", a lo cual Ozzy respondió: Remember, I will return. Good bless you all. 

Gracias Wizard.

 

Foto: Nicky Rodríguez

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