CULTURA
Matilde Granados: "Mis retos giran en torno a ser un mejor ser humano"
Matilde Granados nació en Trujillo, en 1981, pero casi toda su vida ha transcurrido en Chiclayo. Estudió Educación en la especialidad de Lengua y Literatura. Es la poeta más destacada del género en la región Lambayeque y se desempeña, además, como gestora cultural y docente. Ha publicado los poemarios “Para oír el solfeo exiguo de mi cuerpo” (2007) y “Canción del abismo” (2017). Dirigió Kaypi Kani.
FUEGOS ESENCIALES | Cromwell Castillo | Junio 09, 2024
Es cofundadora de Agenda Cix y presidió el Festival de Poesía Fiesta del Diantre. Actualmente, es asesora del Círculo de Poesía Universitario Usat. Con ella conversamos hace unos días, le solicitamos una entrevista y esto fue lo que nos dijo.
Matilde, a tus diversos quehaceres como poeta, gestora cultural y docente, se ha sumado el de la maternidad. ¿Qué nuevos desafíos y retos representa para ti esta experiencia?
Al convertirme en madre la forma de ver el mundo cambió drásticamente, cambió mi poética de ver el universo. El nacimiento de Aarón, inicialmente se convirtió en un camino muy complejo y hasta doloroso. Estuvo internado casi dos meses y pasamos quince días separados, solo iba para darle de lactar y luego regresaba sin él y ese espacio de tiempo fue una puerta para experimentar sentimientos y sensaciones nuevas y a la vez extrañas. El miedo se apoderó de mí hasta el punto de sentir que estaba al borde de la locura. Lloraba y me sostenía de mi familia y César, pero no era suficiente. Quería regresar con Aarón a casa y olvidar todo lo que habíamos pasado, pero eso no era aún posible. En el hospital conocí a otras madres que juntas nos abrazamos y nos dimos fortaleza, ánimo y calma. Ahora, habiendo superado ese tránsito que nos tocó pasar como familia, pero que me toca directamente a mí, creo que mis retos y desafíos giran en torno a ser un mejor ser humano, en vincular la maternidad con el arte, en ser una madre auténtica dentro de mis posibilidades, ideas y creencias.
Tienes dos libros publicados, el último de ellos comentado favorablemente por la reconocida poeta Carmen Ollé. Háblanos sobre tu evolución poética desde “Para oír el solfeo exiguo de mi cuerpo” hasta “Canción del abismo”, ambos editados por Prometeo Desencadenado Ediciones.
No sé si encaja denominar evolución poética, pero creo que ambos libros tienen universos y experiencias particulares y determinantes. Realidades y contextos diferentes. Mi primer libro tiene una voz poética muy joven, irónica, rebelde y adolescente. Una voz que se enfrenta y cuestiona. Fueron pocos ejemplares publicados. En mi segundo libro, el yo poético ha vivido un poco más los difíciles caminos de la vida, reflexiona sobre el cuerpo, la muerte, la familia y establece pequeñas conexiones irónicas con una niñez siniestra.
Matilde, ¿cómo ha incidido tu formación en educación con tu forma de percibir y pensar la poesía? ¿Consideras a la poesía un recurso educativo?
La docencia es un acto de amor al prójimo. A mí me encanta enseñar. Yo aprendí a comprender el mundo y sentir tolerancia por él a través de la docencia. Cada estudiante es un universo de saberes interesantes. Creo que la poesía puede lograr que los niños y adolescentes comprendan el mundo de una manera más humana, reflexiva y empática.
¿Cómo percibes la producción de políticas culturales en el Perú? ¿Qué propuestas tienes para seguir democratizando la cultura?
Actualmente, contamos con un Ministerio de Cultura que funciona con todo y sus debilidades, genera la participación ciudadana entre los diversos concursos que realiza de forma anual. Pienso que el sector cultural aún necesita más movilización y actividad de parte de los funcionarios con relación a las políticas culturales. Hay mucho camino por recorrer y trabajar.
La cultura es para todos y los agentes o gestores culturales son los que generan esa democratización, creo que el trabajo que realizan los gestores culturales debe ser apoyado por las autoridades de su localidad y las instituciones públicas y privadas. Ellos son los que conocen de cerca lo que la ciudadanía necesita en cuanto al ámbito cultural. Si queremos democratizar la cultura, debemos generar más acciones culturales, libres y de calidad, pensando en el progreso de las nuevas generaciones.
Matilde, gratamente nos hemos enterado de que, junto a la poeta y periodista Claudia Incháustegui, has organizado un club para madres lectoras denominado “Piedraluna”. Explícanos, primero, por qué es importante un club de lectura para la comunidad y qué novedades busca aportar “Piedraluna” en Chiclayo.
“Piedraluna” es un club de lectura para madres. Un club de lectura es importante porque busca la promoción y difusión de la lectura en una comunidad de personas, busca la reflexión, el análisis, el diálogo, acercar a las personas a los libros y “Piedraluna es un espacio revelador, seguro para las mujeres-madres que integran el club. Las novedades que aporta el club de madres lectoras “Piedraluna” es conformar una comunidad de mujeres conectadas por la lectura y el deseo de compartir su maternidad. Hasta ahora somos casi 10 integrantes que están muy felices de conformar el club, ya vendrán más novedades que estamos proyectando junto a Claudia Incháustegui y las integrantes.
Infiero que en la poesía y la maternidad la vida se vive al límite. Si tuvieras que dejar para la posteridad dos versos que abarquen el significado de ambas experiencias, ¿cuáles serían?…
Me pones en aprietos…
Maternidad, fuego en mí.
Maternidad, canción de aves que predican la alegría de las flores.
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