El ex presidente García se encuentra puesto en la picota. Sabemos que aprovechó su calidad de Presidente de la República para indultar miles de reos (5.500), dentro de ellos personas encarceladas por el delito de narcotráfico, a tal punto que esta maña presidencial es conocida por la opinión pública como “el caso Narcoindultos”. Ahora bien, no se trata de que el Tribunal Constitucional señale que la gracia presidencial es extraordinaria, que los indultos si bien son potestad legal y legítima del Mandatario de Estado no pueden darse a diestro y siniestro. Eso es verdad, pero vayamos a algo más concreto, es común que el ciudadano sea enredado en estos menesteres jurídicos donde es también posible interpretar de otra forma la norma. Mil veces centrarse en lo básico. ¿Y qué es lo básico en este contexto? Ningún Presidente que esté bien de la cabeza y del corazón, que vele por el bienestar de su gente, que sepa la diferencia entre un delincuente y un santo varón, entre lo justo e injusto, sería capaz de liberar a 400 narcotraficantes (unos tantos “conmutados”). El fondo es el mismo: el señor García dio su visto bueno a favor de estas personas condenadas por un delito tan grave y trascendente. Lo demás, que la Megacomisión es dirigida desde palacio, que se busca inhabilitar a un opositor político de peso mayor… “patrañas”. Puras mentiras. 285 condenados por Tráfico Ilícito de Drogas “con agravantes”, no deja duda de quién es en sí este señor disfrazado de gran demócrata, de ciudadano ejemplar, de luchador encarnizado por un Perú más próspero y pacífico. ¿Quién se relaciona con narcotraficantes? No con microcomercializadores, no por un asunto de consumo, de debilidad personal, de vicio oculto, no. Y es que no hay pena, no hay delito que inculpar a quien le seduce alguna droga ilícita; cuestión de gustos al fin y al cabo. Pero liberar a 285 narcotraficantes, personas dedicadas al tráfico y producción masiva de cocaína, marihuana, o pasta básica, inclusive a productores relacionados con el primer mundo, no debe dejar dudas de la calidad de político que es. ¿Dónde ha estado su interés en apoyar semejante causa? ¡A tal punto que se ha descubierto rescató a bandas enteras! ¿Tendrá que ver con un apoyo económico para sus campañas o por puro amor al gansterismo? Otra vez: ¿Por qué tantos narcotraficantes?, ¡a qué se debería por Dios! Veremos que nos cuenta este grandísimo sinvergüenza. “Orador”, dicen algunos. Pero hay otros calificativos que dan mejor cuenta de su persona.

Foto: http://es.wikipedia.org/wiki/Alan_Garc%C3%ADa.