Política
Beto Torres no es el peor

¡No hay derecho! | Alex Neira | Marzo 20, 2014
El domingo pasado se vio por un canal de televisión
capitalino de señal abierta y cobertura nacional, un reportaje sobre el señor
Beto Torres y su pésima gestión en “la ciudad de la amistadâ€. Aunque han habido
crÃticas adversas sobre la profundidad y exactitud de lo tocado allÃ, a grandes
rasgos la comunidad chiclayana –y no ya sólo la chiclayana– ha quedado con una
idea en concreto: nuestro alcalde es el peor de estos lares.
Sin embargo, aunque realmente tengamos un alcalde
inepto, además de pareja de una chicoca de la cual todo indica está locamente
enamorado pese a la poca congruencia en edad y procedencias sociales para
cuando empezaron su amorÃo, y fuera de su incapacidad para expresarse siquiera
medianamente bien, encima por sus tantas denuncias a causa de tener las uñas,
las orejas, la lengua y las manos larguÃsimas, y más todavÃa por sus oscuros
vÃnculos con ciertos personajes y amarres con algunos ámbitos y sectores
sociales, aparte de todo esto, es justo reconocer no es el peor alcalde de
estos lares.
Quienes viven en José Leonardo Ortiz pueden dar
buena cuenta de ello. Aunque, para ser preciso, cualquier mortal que ingrese a
este distrito, sea en auto, moto, bicicleta, triciclo o a pie, en unos minutos
puede comprobar en este espacio territorial la desolación y el abandono son su
principal atracción. Vamos, que da la impresión no hay siquiera un alcalde, es
como tierra de nadie o algo por el estilo.
Mi argumento:
1.- Beto Torres estudió economÃa, lo cual si bien
antes se consideraba como la profesión entre las profesiones para afrontar
asuntos sociales y polÃticos, por su base en lo cuantificable, hoy más bien es
todo lo contrario y justamente por sólo limitarse a lo cuantificable. Si al
menos seguimos a Hayek: “Nadie que sea sólo un economista puede ser un gran
economistaâ€. O cuando agrega: “Un economista que no es más que economista se
convierte en alguien perjudicial y puede constituir un verdadero peligroâ€. Y
bueno, desde ese ángulo Beto Torres es un ejemplo tan claro como la luz del
dÃa.
(Comenta al respecto Edgar MorÃn: “La ciencia
económica es cada vez más incapaz de encarar lo que no es cuantificable, es
decir, las pasiones y necesidades humanasâ€.)
2.- Raúl
Cieza, el alcalde de José Leonardo Ortiz, estudió arquitectura, lo cual más
bien al presente se considera como la profesión más idónea para saber organizar
una ciudad, evidentemente a nivel urbano, o sea dándole sentido a la forma
antes que al fondo. Nada mal para empezar, pues significa aparte de las buenas
intenciones existe una formación técnica. Un ciudadano hecho y derecho es el
que sabe vivir en ciudad, pero para que una ciudad sea ciudad es primordial que
se configure bajo ciertos lineamientos urbanÃsticos. Obviamente no todos los
que estudian arquitectura alcanzan a ser un Renzo Piano, pero por lo menos si
están familiarizados con pensamientos como este –o asà deberÃa ser–: “La arquitectura es un arte que atraviesa las fronteras de las
ciencias, la tecnologÃa, la geografÃa, la historia, la vida de comunidad y, por
lo tanto, la polÃticaâ€.
Ahora bien, en la práctica es otro el
cuento.
El alcalde del distrito de José Leonardo Ortiz es bastante
más pésimo que el señor Beto Torres. Si el burgomaestre de Chiclayo destrozó la
ciudad abriendo pistas a diestra y siniestra, este arquitecto lo deja corto, y
de lejos, ¡no, de relejos!
Siguiendo el infierno de Dante Alighieri, ambos estarÃan en
el peor ámbito de este abismo, donde se encuentran los traidores, claro, asÃ
como Bruto y Judas. Aunque estos más que traidores de sus supuestos amigos lo
son de su ciudad, pero traidores al fin. Con todo y eso hay diferencias. A Beto
Torres le queda la escapatoria de querer hacer cambios pero no saber hacerlos
(aunque no le creyera ni su abuelita), pero al señor Cieza, arquitecto, qué
excusa le podrÃa quedar.
Por lo demás, hay otra diferencia fundamental, si bien no de
parte de estos sujetos sino de la gente.
En la ciudad de la amistad la falta de marchas por generar
cambios han sido determinantes para que el señor Beto Torres haga lo que quiera
casi siempre. Pero en José Leonardo Ortiz la cosa es aún más lamentable.
Pareciera que sus habitantes vivieran aletargados. Dopados. Anestesiados como
zombis.
Véase la foto que acompaña a este texto. Obsérvese cómo han
crecido esas plantas entre aguas estancadas. Y qué hacen los vecinos. El olor y
las moscas es de pelÃcula buscando retratar un pantano asqueroso, pero ellos
entran y salen de sus casas sin protestar en absoluto. Y no es la única calle,
por cierto ubicada antes de la avenida México, que como se dice divide un tanto
a este distrito –aunque no sé hasta qué punto exactamente–, entre afectados y
abandonados extremos.
Como escribà en mi muro del Facebook ayer: “Los politiqueros, o sea casi todos nuestros
"polÃticos", siempre serán tan descarados y corruptos como se lo
permitamos, por eso la sociedad civil tiene que manifestarse en bloqueâ€.
No hacerlo genera atrocidades como ésta
flagelando al distrito de José Leonardo Ortiz. Protestar puede algunas veces
dar como resultado muy poco, pero no protestar es peor que nada, es encima caer
cada dÃa más bajo, más y más bajo: hasta cuando la gente ya semimuerta de
abusos y de miseria, por fin, salga a las calles a pedir justicia.
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