Política
A santo de qué una “Comisión de Éticaâ€

¡No hay derecho! | Alex Neira | Marzo 31, 2014
Hace una semana, en la sección PolÃtica del diario "El Comercio", apareció una entrevista de la periodista Mariela Balbi al Presidente de la Comisión de Ética del Congreso, el congresista Humberto Lay. “El congreso es un muestreo de la sociedad peruanaâ€, ha sido el titular. Palabras dadas por este señor en alguna parte de la entrevista, acaso las dos o tres formulaciones más o menos claras, en cuanto a criterio antes que a emisión de datos.
La Comisión de Ética del Congreso es una
agrupación mortinata, si no embaucadora, o sencillamente fuera de contexto:
improcedente desde fuera, por su mismo tÃtulo; sin lógica y sentido de
existencia ya desde dentro, cuando se la intenta comprender siquiera por sus
funciones.
Para empezar, el Congreso es un órgano del
Estado configurado por personas elegidas del pueblo para que discutan y
promuevan intereses generales de la sociedad peruana. El fin último es alcanzar
consensos que permitan vivir con mayor calidad de vida a la comunidad en su
conjunto. O eso deberÃa ser. Obviamente cualquier Congreso es un muestreo de la
sociedad que lo ha formado, de lo contrario no estarÃa constituido por
representantes del pueblo sino por gente de otra parte, o de un sector en
especial –un lugar
en particular–, lo cual
serÃa inamisible –catastrófico– en un gobierno democrático.
Por otra parte, un bien únicamente es bien
en el terreno ético si parte de uno mismo. Si tengo las uñas largas pero no
hurto nada en el supermercado porque hay demasiada vigilancia, aparentaré ser
honesto, pero yo sé que no lo soy, que estoy aparentándolo, a la primera
oportunidad haré de las mÃas, asà actúe mientras tanto como un santo varón.
Si la ética se basa en la libertad que cada
quien le da a su persona, solamente uno mismo puede saber cuál es su móvil en
cada uno de sus actos.
Si la Comisión es para sancionar conductas antiéticas
de los diversos congresistas, debió llamarse Comisión de DeontologÃa (o
deontológica) del Congreso; subconjunto de la Ética, que justamente involucra “los
deberes de cada quien de acuerdo a las funciones o cargo representadoâ€.
La Comisión de Ética del Congreso es una
institución mortinata ya que no hay ningún correlato entre lo que significa y
lo que hace. Esto es, no cuenta con poder de coerción. “No somos una comisión
investigadora que tiene facultades coercitivasâ€. Sin capacidad coercitiva
entonces no sirve para nada efectivo, es una pantalla, un juguete para niños. Una
vez que señala a alguien de culpable no cuenta con capacidad para forzar su
mala conducta o mala voluntad. En pocas palabras: no presiona, no inhibe, no
restringe. A todo esto, se dirá que por lo menos saca a la luz a los malos
elementos. Pero eso no mejora a la sociedad, ni tampoco intimida o paraliza a
los malos elementos.
La Comisión de Ética del Congreso puede ser
una agrupación embaucadora, puesto que permite a la ciudadanÃa concentrarse en
tal o cual escándalo congresal, pero no logra nada definitivo, más bien con sus
reuniones paulatinas calma las aguas o en todo caso disminuye la gravedad del
asunto, o encima lo carga de niebla, usando “el pasar de los dÃas†como aliado,
en este paÃs precisamente tan desmemoriado.
La Comisión de Ética del Congreso puede ser
todo menos una comisión con sentido, dado que nace fuera de contexto,
improcedente desde su mismo tÃtulo. Concebida en el seno de la polÃtica pero sin
buscar soluciones precisamente polÃticas, más bien “éticasâ€, como si la Ética
fuera una especia de solución mágica o panacea en la res pública. Ejemplo: como congresista me reúno con otros
congresistas para resolver un tema pendiente, una vez agrupados saco un arma y
les pido a los demás miembros que desde sus portátiles transfieran cierta
cantidad de dinero a una cuenta en particular, perteneciente a una organización
que busca ayudar a gente en estado crÃtico. Gente que no puede esperar por una
calamidad acabada de sufrir. No hay techo ni comida ni medicamentos. Con ese
dinero se podrÃa ayudar muchÃsimo. Y bueno, éticamente me puedo sentir muy
bien, pero polÃticamente he cometido un grave error; he fallado, pues lo
determinante es ver medidas legales y sociales para apoyarlos, eso me harÃa un
gran polÃtico y no usar la fuerza, la intimidación. A su vez, un polÃtico puede
ser muy estadista, estratega, un lince para generar fuentes de trabajo, pero
contar con una amante, ser un padre agresivo. Entonces, éticamente puede estar
mal, pero polÃticamente no. FÃjense: una de las caracterÃsticas de los mayores
embaucadores, farsantes, mentirosos sociales, es decir demagogos, en paÃses con
una ciudadanÃa ignorante en polÃtica, en civismo, esto es: con una ciudadanÃa
formal y no práctica, madura, completa, viene a ser el darle realce a la ética,
cuando lo determinante en polÃtica son mejores y contundentes planteamientos y
medidas precisamente “polÃticasâ€.
Replanteando: Humberto Lay ha dicho que ha habido un
descenso en la calidad humana del Congreso de la República. Ese es el discurso
de quien nada sabe, o, nada quiere que se entere el pueblo peruano. Haciendo
honor a esta comisión, a esta gran patraña, a esta grandÃsima ficción, su
presidente ha señalado un asunto indeterminado como improbable dejando de lado
lo determinado y probable: si un polÃtico roba, hurta, estafa, evidentemente
habrá un problema ético en cuanto a su conciencia, a su relación con él mismo,
pero el paÃs tendrá un problema claro y contundente si sigue en donde está, si
no se le cambia, no se le juzga, no se le condena, no se aplica el rigor de la
ley. Nadie está en la conciencia de nadie, pero cualquier ciudadano está jodido
si un polÃtico ladrón sigue en su puesto, y ese cambio se logra con una
polÃtica superior, es decir donde la ley sea igual para todos y no sólo para
algunos, sobre todo si son polÃticos, que tanto se favorecen con el apoyo de la
sociedad, ellos no pueden quedar impunes de sus latrocinios o favoritismos, el resto es llover sobre mojado o
meterte el dedo a la boca.
Foto: Tuteve.com
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