Política
Reacción no solo por tu bolsillo

La columna del director | Gerardo Carrillo | Enero 20, 2015
“Ahora que pueden afectar sus
bolsillos salen a protestar, por otros motivos no, pero qué bueno que
reaccionenâ€, dijo uno de los asistentes a la última marcha en contra de la
famosa Ley PulpÃn, la cual reunió más de 250 ciudadanos en la plazuela ElÃas Aguirre.
Es una reflexión que no solo he escuchado a quienes han estado involucrados en
la lucha contra los ocho años más delincuenciales que ha sufrido Chiclayo a
cargo de Beto Torres y “Los limpios de la corrupciónâ€. Claro, esa reflexión se
enfoca en la mayorÃa que ha estado ausente en las diversas marchas que se
realizaron los últimos años, y no en esa minorÃa muy consciente con la realidad
que siempre recurrió al llamado de S.O.S. de la ciudad.
Y a pesar de que esos 250 o 300
no representan ni el 0.1% de jóvenes que estudian en las diversas universidades
e institutos de la región (en realidad, la marcha tuvo la presencia de adultos y
ancianos de diversos grupos como Fonavistas, Sindicato de Trabajadores del
Poder Judicial, Sutep, Patria Roja, Movadef, etc.), lo importante es que la marcha
de la semana pasada involucró a jóvenes que antes no asistÃan a otras protestas
por problemas que atentaban contra el bien común y de quienes se espera su
compromiso y su reacción no solo cuando se trate del “bien juvenilâ€.
Justamente, el nuevo “Colectivo
por los Derechos de la Juventud†—que
hace muy bien en no involucrarse con grupitos que son fachada de los
terroristas de Sendero Luminoso (sÃ, sÃ, con esos “súper inteligentes†que justifican
los miles de peruanos muertos por la causa del “presidente Gonzaloâ€, según
ellos un “preso polÃtico†ja, ja)—
debe encargarse de congregar jóvenes no solo cuando sus derechos son afectados
sino, sobre todo, cuando su ciudad y su paÃs son vÃctimas de la corrupción, de
la dictadura, de la ambición de unos cuantos poderosos.
Lo mismo pasa con los demás
ciudadanos de diferentes profesiones o empleos que han salido o salen solo a
protestar cuando han afectado o afectan su bolsillo, aunque la ciudad haya
estado o esté gobernada por la corrupción, la mierda y el caos. Las enfermeras,
los médicos, los profesores, los trabajadores municipales o regionales, los
transportistas, los comerciantes, los despedidos de entidades públicas o transnacionales
—que desfilaron enfurecidos por
las pestilentes calles chiclayanas que estaban dominadas por la corrupción
municipal— no solo deben protestar,
marchar, gritar por sus derechos o en contra de una injusticia, sino esencialmente
cuando está en peligro el bien común, es decir, el bien del niño, del joven,
del adulto, de la mujer, del anciano, del planeta.
Foto: Olga Elizabeth Escurra.
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