Política

Jalón de orejas

Columna Pública   |   Elvis Quiroz   |   Septiembre 29, 2015

El conflicto en Siria, las muertes que causa, el destino de los refugiados y la indiferencia europea, durante la mayor parte de esta terrible historia, no son temas nuevos. Este es un proceso que lleva más de cuatro años, producto de los continuos enfrentamientos entre las fuerzas armadas del gobierno sirio y diversos grupos rebeldes, entre ellos el Estado Islámico, que buscan sacar del poder al presidente Bashar Al-asad.  

Entonces, ¿por qué se volvió tema de interés este mes si la situación era igual de grave que en sus inicios en 2011?, ¿qué tocó la fibra sensible del mundo? La fotografía de un niño muerto en una playa turca: Aylan Kurdi. El niño sirio, sin lugar a dudas, se convirtió en el nombre símbolo de la tragedia que deben afrontar miles de inmigrantes y refugiados de Siria.

La mayoría de personas que tienen contacto con los medios ha visto la foto, seguro muchos recuerdan la ropa que lleva puesta, la posición en la que se encuentra echado. Este, sin embargo, no es un caso aislado. Miles de niños han muerto desde que se inició la violencia en Siria. Pero el hecho de que esta foto se haya viralizado logró llamar la atención de países europeos que insistían en dar la espalda a estos sucesos.

Desde la publicación de la foto, la Unión Europea (UE) flexibilizó sus políticas de acogida de refugiados. La semana pasada, la UE acordó repartir a 120 mil refugiados para cada país miembro. Alemania por su parte anunció que al final del año habrá acogido a 800 mil refugiados.

Se puede generar un debate sin fin sobre si la publicación de la foto de Aylan sirvió para concientizar al mundo entero sobre el problema que está frente a nuestras narices o si fue una falta de respeto, amarillismo y solo sirvió para alimentar el morbo excesivo de los medios. Pero los efectos positivos que la publicación generó, no se pueden negar (hasta el padre del niño ha afirmado que "fue correcto publicar las fotos").

De ninguna forma se puede comparar esto con lo que hicieron los medios locales, que vieron en la publicación repetitiva y excesiva de las imágenes en la que un policía fallece tratando de desactivar una granada o dos reporteros siendo asesinados en vivo, la oportunidad de lucrar con el morbo colectivo. Este es un caso que cualquier circunstancia solo puede generar desaprobación y repudio.

La foto del niño sirio, sin embargo, se debía publicar. Se necesitaba algo tan chocante para despertarnos, para darnos cuenta que el mundo lo compartimos y no seguir dándole la espalda a la tragedia que lleva azotando a estos seres humanos por casi media década. Aylan Kurdi, no es solo un niño muerto, no es un número más, es el jalón de orejas que la sociedad necesitaba.

 

Ilustración: Khaled Yeslam.

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