Política
La lógica del enfrentamiento

CONCIENCIA CRÍTICA | Miguel Ángel Huamán | Abril 22, 2022
En el 2019, Christian Salmón publicó La era del enfrentamiento, cuyo primer capítulo da título a esta entrega. En ese ensayo sostiene que el imperio actual no se parece a ningún otro de la historia. Al imponer progresivamente los caminos de la vía digital, construye un hábitat con nuestros datos para informarnos de los recursos disponibles y de nuestros deseos que conoce mejor que nosotros mismos. Parece un reino sin súbditos ni soberanos porque instala, con cifras canalizadas y trazadas mediante programas cibernéticos, un hipercontrol sin contacto ni incertidumbres, en una interacción social previsible y sin intimidad. Todos nos parecemos a todos atrapados en internet, pues sin saber estamos vigilados. Es decir, se trata del triunfo del panóptico o prisión moderna sin barrotes, formulado por Michel Foucault en Vigilar y castigar (1980) como una nueva forma de control social.
Los relatos críticos sobre el mundo que presentaban la parte problemática de la existencia humana han sido absorbidos, adoptados y resueltos eficazmente por la inteligencia artificial. Nuestra vida accidentada y compleja se ha aplanado, arreglado y transformado en un espacio liso y fluido, en el que ya no podemos dar forma al mundo mediante la conversación, la tertulia, la cháchara. Han desaparecido las singularidades, las discontinuidades, las diferencias, eliminadas por algoritmos cada vez más potentes e ingeniosos. Las ambigüedades se han disuelto en el flujo virtual del big data, pero la digitalización de la experiencia tiene un límite, al igual que en toda división hay un resto, y ese resto es explosivo.
Hoy en día, sin percatarnos diversas aplicaciones nos facilitan la existencia. Gracias a internet hacemos ejercicios, nos ponemos a dieta, compramos desde alimentos hasta artefactos, incluso buscamos pareja. Confiamos en una voz artificial que nos guía paso a paso en nuestra cotidianeidad. Nicolas Carr, editor Ejecutivo de la Harvard Bussines Review, escribió Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? (2010) en donde advertía que la dependencia a la automatización nos hacía perder nuestra capacidad de concentración, la curiosidad y el deseo de aprender. Al determinar el modo de acceder condiciona nuestro uso hasta convertirlo en “natural”. No necesitas talento ni esfuerzo: canta, calcula, escribe, dibuja por ti. Si hace tanto para qué pensar, la inteligencia artificial lo hará y te gobernará.
Posteriormente publicó Atrapados. Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas (2014). Para evaluar los efectos de los ordenadores o computadoras en nuestro modo de vida distingue entre dos tipos de conocimientos: el tácito o procesal que alude a todo lo que hacemos sin pensar activamente en ello: montar en bicicleta, conducir un auto, caminar por un centro comercial, etc. Por el otro, el explícito o declarativo que puedes explicar, describir o escribir. Siempre se consideró que en el conocimiento tácito radica nuestras habilidades creativas y artísticas que por su naturaleza inconsciente constituía una barrera infranqueable para la programación requerida por las computadoras. Sin embargo, la digitalización y la nanotecnología, que han ampliado exponencialmente la memoria y simplificado las interfaces, han posibilitado que la frontera entre ambas inteligencias disminuya hasta desaparecer. La imaginación creativa del inconsciente se ha subordinado a una afectividad tecnológica que gobierna nuestra vida por completo. El libre albedrío y la disidencia han perdido relevancia, vigencia e interés en los debates en torno a la automatización en curso.
Esta rehace tanto al trabajo como al trabajador. Según la neurociencia el uso constante de la telemática a través de celulares, computadoras y dispositivos inteligentes genera dos afecciones cognitivas: complacencia automatizada y el sesgo por la automatización. La primero se manifiesta cuando un dispositivo informático nos atonta en una falsa sensación de seguridad, confiados en que la máquina trabajará inmaculadamente. Como los pistoleros del lejano oeste nos sentimos seguros sin temor, confiados en nuestras pistolas o armas digitales o computadoras, tabletas, celulares, etc., conectados y funcionando. El sesgo por la automatización, íntimamente relacionada con la complacencia señalada, surge cuando las personas dan un peso excesivo a la información que aparece, pues la creen incluso cuando es errónea o engañosa y tienden a asumirla enfáticamente como cierta.
Lo señalado nos conduce al Homo videns y la sociedad teledirigida (1997) de Giovanni Sartori. Este politólogo italiano advirtió precursoramente que la revolución tecnológica y la cultura de la automatización no requiere de sabios ni sabe qué hacer con los cerebros pensantes porque los medios de comunicación social y, especialmente la televisión, son administrados por la subcultura, por personas sin cultura. Apenas unas décadas de autopromoción han sido suficiente para crear y difundir un pensamiento insípido y crecientes de nulos mentales. Pronosticó la aparición por la multimedia de la video-política, término que hace referencia al poder de la manipulación de la información que transforma la política y su gestión democrática en dictaduras disfrazadas de elecciones libres.
“La democracia ha sido definida con frecuencia como un gobierno de opinión y esta definición se adapta perfectamente a la aparición de la video-política. Actualmente, el pueblo soberano opina sobre todo en función de cómo la televisión le induce a opinar. Y en el hecho de conducir la opinión, el poder de la imagen se coloca en el centro de todos los procesos de la política contemporánea. Para empezar, la televisión condiciona fuertemente el proceso electoral, ya sea en la elección de los candidatos, bien en su modo de plantear la batalla electoral, o en la forma de ayudar a vencer al vencedor. Además, la televisión condiciona, o puede condicionar, fuertemente al gobierno; es decir, las decisiones del gobierno: lo que un gobierno puede y no puede hacer, o decidir lo que va a hacer”.
En conclusión, como hemos podido comprobar en estos tiempos, en el plano nacional con las elecciones y en el internacional con la guerra Ucrania-Rusia, la manera cómo nos condicionan, controlan y manipulan los monopolios propietarios de los medios de comunicación social consiste en incentivar, promover y alentar la lógica del enfrentamiento. Dividir en dos bandos, polos, posturas irreconciliables, enemigas a muerte y radicales constituye el secreto del predominio del sistema económico del capitalismo globalizado. Al automatizar nuestra existencia, delegar las decisiones a dispositivos electrónicos y controlar la información pertinente el reino del individualismo egoísta, la cultura del espectáculo y la competencia salvaje han conseguido hacernos creer que vivimos en el mejor de los mundos.
Sin embargo, como la investigación científica interdisciplinaria y el humanismo como resistencia cultural argumentan desde hace tres décadas, la fuerza de la cooperación, la solidaridad fraternal entre semejantes y la superación de la contradicción son mecanismo claves y más importantes en la evolución de la vida en nuestro planeta. Por lo tanto, debemos recuperar el uso articulador e integrador de las palabras, asumir una actitud de diálogo y escucha para desterrar la lógica del enfrentamiento y la división en polos radicales. Construyamos un horizonte de paz, equidad y comunidad como modo de vida diferente, sin distinción de ningún tipo, como deber ético frente a las generaciones del mañana. Tenemos que recuperar la tertulia, la cháchara que iluminan como la luz de una fogata la oscuridad de los tiempos, para alcanzar las estrellas que es nuestro destino desde las cavernas prehistóricas.
Ilustración: Mohamed Hassan
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