Pol铆tica

Elecciones y comprensi贸n lectora

CONCIENCIA CR脥TICA   |   Miguel 脕ngel Huam谩n   |   Septiembre 22, 2022

Desde inicios del siglo XXI, la difusi贸n de los p茅simos resultados del Per煤 en las pruebas sobre lenguaje verbal revivi贸 la preocupaci贸n sobre la falta de comprensi贸n de la lectura por parte de los estudiantes en la educaci贸n b谩sica. El impulso hacia la alfabetizaci贸n, desde mediados del siglo XX, dio como estrategia prioritaria una pol铆tica p煤blica centrada en el acceso al sistema escolar primario y secundario, para que la poblaci贸n lograra leer y escribir. En la d茅cada de los ochenta, con la tard铆a primera entrega de la presidencia de la Rep煤blica entre gobiernos civiles, simult谩neamente al intento de consolidar la democracia en el Per煤, el problema de encaminar a la naci贸n hacia un proyecto moderno de desarrollo gir贸 hacia los problemas de la competencia lectora.

En los noventa, se asumieron las propuestas psico y socioling眉铆sticas como soluci贸n a nuestros sistemas y proyectos educativos, pero fueron socavadas por la pol铆tica de privatizaci贸n educativa dominante para el pa铆s, que hasta el presente goza de buena salud. El inter茅s estrat茅gico desapareci贸 en el debate ante la preocupaci贸n por respuestas t谩cticas de corto alcance, orientadas por el populismo y en busca de paliar los acuciantes resultados del fracaso escolar en lectura en primaria y secundaria. Esta grave falta de comprensi贸n al leer y la p茅rdida de la competencia en el uso de la escritura o literacidad entre los estudiantes, en lugar de disminuir, aument贸 hasta incluir la formaci贸n universitaria, el postgrado y la investigaci贸n cient铆fica. La desaparici贸n de materias como literatura, filosof铆a, historia y otras de letras o humanidades, consecuencia del af谩n de beneficiarse de la creciente demanda de titulaci贸n para facilitar la matr铆cula, ha culminado en la profunda crisis de los planes lectores, las reformas y los deseos de calidad en nuestra educaci贸n. 

El aislamiento social por la pandemia agudiz贸 m谩s las carencias del sistema educativo nacional, cuyo deterioro se relaciona directamente con la crisis del sistema pol铆tico y la progresiva descomposici贸n de la clase dirigente. Como demuestra lo acaecido en otras latitudes, la complejidad del mundo en que vivimos ha convertido nuestras categor铆as pol铆ticas en conceptos inservibles, cuyo formato y andamiaje ideol贸gico aparecen como inadecuados.  Muchas de nuestras categor铆as pol铆ticas se muestran como conceptos inservibles, incapaces de impedir que oportunistas, prontuariados, sentenciados y corruptos se reciclen constantemente para seguir medrando con el poder obtenido por votos en los sufragios cada tres o cinco a帽os. Este desfase exige una transformaci贸n de la pol铆tica en la l铆nea de ponerla a la altura de las nuevas bases del sistema democr谩tico, como ha formulado Daniel Innerarity en Una teor铆a de la democracia compleja. Gobernar en el siglo XXI (2019).

Si la imagen de nuestra gobernabilidad ha adquirido notoriedad por haber registrado el r茅cord negativo de seis presidentes en cinco a帽os (2016-2021) es debido a la inestabilidad y la pugna interna por usufructuar los privilegios del poder del Estado. Ad portas de un nuevo ciclo electoral nos enfrentamos al riesgo de reiterar los mismos errores de anteriores sufragios, pues resulta contradictoria e inexplicable la forma c贸mo, en sucesivos procesos, los electores siguen apoyando a las agrupaciones pol铆ticas y a los candidatos que no solo han incumplido sus promesas, sino que han aprobado leyes y medidas contrarias a las que enarbolaron defraudando a los ciudadanos que los respaldaron.

Lo meritocr谩tico ha sido sustituido por lo medi谩tico, la vocaci贸n de servicio comunal por la oportunidad de enriquecimiento. La justificaci贸n resulta c铆nica y peligrosa: 驴si otros privilegiados se volvieron millonarios como gobernantes, por qu茅 yo no puedo hacer los mismo? Absurdo es suponer que el que algunas personas cometan delito pueda convertir una falta, un perjuicio y un robo en una pr谩ctica v谩lida, digna de imitaci贸n. Ante el riesgo de esta posibilidad que seguir铆a agravando nuestra endeble democracia y la gobernabilidad del pa铆s, se hace necesario entender que la soluci贸n no radica solo en proponer cambios o reformas a las normas electorales, ni establecer impedimentos jur铆dicos para que los cuadros pol铆ticos corruptos se reciclen al cambiar frecuentemente de agrupaci贸n o partido. Se trata de una dimensi贸n oculta que alimenta y perenniza de la crisis: las pr谩cticas lectoras y letradas en la educaci贸n.

Si los maestros de vocaci贸n en todos los niveles del sistema constatamos d铆a a d铆a la profunda incapacidad de los j贸venes estudiantes para comprender un simple enunciado, pregunta o indicaci贸n en los ex谩menes y evaluaciones cotidianas, 驴c贸mo vamos a confiar en que realicen un voto consciente y fundamentado a favor de una renovaci贸n de los cuadros y dirigentes pol铆ticos de las agrupaciones partidarias existentes? Las formas en que las pr谩cticas lectoras han cambiado en tiempos recientes, consecuencia de la revoluci贸n inform谩tica digital en curso, as铆 como los 谩mbitos o espacios en donde tiene lugar, han modificado radicalmente la pr谩ctica de lectura y escritura de los j贸venes. Estos han nacido y son expertos en los cambios tecnol贸gicos de los soportes electr贸nicos, poseen una experiencia id贸nea para procesar dichos discursos y la manera de leerlos y producirlos, pero se desconciertan ante la escritura, libros y mensajes impresos.

Como explica Daniel Cassany en Pr谩cticas letradas contempor谩neas (2008) desde hace m谩s de quince a帽os muchos estudiosos han establecido que la nueva forma de leer es el resultado de m煤ltiples factores que var铆an de una pr谩ctica a otra. El contacto virtual en los usuarios constituye una vivencia que conserva la diversidad de textos verbales y no verbales, las opiniones personales, las conversaciones, el acceso a redes y contextos. As铆, la juventud incorpora inconscientemente como competencia en su producci贸n de sentido la pasividad y la anuencia en su perspectiva operativa. Lamentablemente, la existencia de esta vasta cultura juvenil de nativos navegantes del ciberespacio, en las tres 煤ltimas elecciones presidenciales, ha sido aprovechada por los partidos populistas y oportunistas para inducir la votaci贸n por criterios de imagen, prejuicios e informaci贸n falsa, acorde con una expectativa favorable a sus intereses individuales il铆citos. Eso en lugar de propender hacia la formaci贸n de una conciencia c铆vica solvente con conocimiento, responsabilidad y 茅tica. Cada a帽o electoral, los mismos partidos antidemocr谩ticos repiten la misma estrategia, gracias a los ingentes recursos provenientes de compromisos mafiosos que financian campa帽as, estudios de mercado y agencias publicitarias costosas para direccionar el sufragio a su favor. 

Esta candorosa predisposici贸n, resultado de una clamorosa manipulaci贸n de los medios de comunicaci贸n social, responde a factores complejos que debemos combatir si pretendemos superar el desgobierno que rige nuestro devenir como pa铆s. Primero, la indiferencia y desinter茅s de todos los agentes involucrados en la educaci贸n nacional (autoridades, docentes, padres de familia, asociaciones profesionales, etc.) que abandonan inermes a los j贸venes en manos de la manipulaci贸n medi谩tica. A trav茅s de internet en tabletas, laptops, celulares, redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, etc.) consumen valores, informaci贸n falsa (fake news), campa帽as y videos (Youtube, TikTok, etc.) que inciden y promueven conductas acr铆ticas y enajenadas de los graves y verdaderos problemas de la colectividad. En tal sentido, no solo los maestros, sino padres de familia, asociaciones vecinales e instituciones deber铆an incorporarse a dicha dimensi贸n enraizada en la juventud para brindar orientaci贸n y educar la conciencia responsable hacia un cambio en la cultura y sociedad.

Finalmente, como indica el adagio popular 鈥渓a mejor educaci贸n es la del ejemplo鈥. Por lo mismo, individual y familiarmente, tenemos que prestar atenci贸n a cada proceso electoral en curso para interesarnos en averiguar qu茅 agrupaciones y candidatos est谩n pretendiendo asumir cargos y responsabilidades. De ese modo, podemos establecer y difundir la necesidad de un voto consciente sobre la base de programas de gobierno, sin considerar rostros sonrientes, promesas exageradas y criterios absurdos como 鈥渧oto a ganador鈥, 鈥減orque me cae bien鈥, 鈥減orque mi t铆o me dijo鈥, 鈥渄a lo mismo, todos son corruptos鈥, etc. Debemos actuar para ejercer el control que impida que los mismo prontuariados, sentenciados y reincidentes en corrupci贸n se reciclen postulando en partidos que, como 鈥渧ientres de alquiler鈥, cobijen en cada nuevo proceso electoral a pol铆ticos comprometidos con decisiones y leyes a favor de la corrupci贸n institucionalizada. En conclusi贸n, debemos colaborar en la comprensi贸n lectora de nuestros hijos y familiares j贸venes para que avancemos hacia un proceso electoral basado en programas y propuestas serias. Recordemos que quien vota por un mentiroso no es v铆ctima, sino c贸mplice.

Ilustraci贸n: HijaseHijosDLMx

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