Política

Alianzas frágiles

No sólo en Alianza por el Gran Cambio se habla de separaciones, sino también en Gana Perú hubo un fuego cruzado entre sus líderes, que finalmente no llegó a una distanciamiento oficial. Sin embargo, ambos casos demuestran la fragilidad de las alianzas en nuestro país.

La columna del director   |   Gerardo Carrillo   |   Enero 27, 2012

Esta semana un par de alianzas políticas se balancearon en la cuerda floja (hay una que ya está por caer). Las declaraciones y reacciones de sus protagonistas llevaron la situación al extremo, con lo que demostraron —una vez más— la fragilidad de éstas y cómo son simplemente utilizadas de trampolín al poder. Para muestra un par de ejemplos:

Uno, el próximo martes se definirá si el ex primer ministro del anterior gobierno aprista, Yehude Simon, continúa o no en la bancada de Alianza por el Gran Cambio. El PPC ya le bajó el dedo y solicitará su separación, representantes de Alianza para el Progreso también lo han criticado y el líder de Restauración Nacional, Humberto Lay, ha declarado que el Congreso quedó mal parado por la sanción poco severa a Chehade. Entonces es casi seguro que el mesiánico líder lambayecano morirá el martes en la cruz por salvar al más débil y puro de los congresistas, el abogado Omar Chehade. Pero esto no parece importarle porque en Chiclayo sentenció que “PPK ni Galarreta ni ningún otro señor me pone a mí condiciones”, aunque finalmente se volvió a acomodar en su asiento y aseguró que no renunciará. ¿Está esperando que lo boten? ¿No es claro que no lo quieren, salvo PPK? ¿Pretende quedar como víctima por defender su “libertad a elegir” y no por considerar lo que la mayoría de sus electores y peruanos creían?

Por otra parte, está equivocado al anunciar que no responderá más por este caso (o por otros que seguro le incomodarán), o al reiterar que su voto y decisiones sólo son producto de su conciencia. No debe olvidar que representa a sus votantes, a los intereses de su región, a lo que opina la mayoría de peruanos y debe responder cuantas veces sean necesarias, más aún si sus decisiones generan dudas y desconfianza. ¿Acaso ya olvidó lo que declaró en el Foro de la Reconciliación en Washington, cuando siendo primer ministro del gobierno aprista dijo: “Para los políticos es importante conocer a la gente que lideran y oír sus voces”? A ponerlo en práctica.

Dos, aunque ahora el oficialismo asegura que la alianza Gana Perú es sólida, acusen a la prensa y a la derecha de sembrar especulaciones, los hechos ocurridos durante esta semana demuestran que nadie inventó nada; además de dejar claro que no sólo Rosa Mavila ha demostrado "inmadurez política" (con sus idas y venidas) como la acusó Daniel Abugattás, sino que esa inmadurez se extiende también al resto de Gana Perú (sin olvidar a los famosos congresistas `Comeoro´ y `Robacable´).

El primer golpe lo dio su propio líder, el presidente Humala, al mencionar a la agencia EFE que la alianza Gana Perú no es una alianza de partidos sino que el Partido Nacionalista invitó "a colectivos y movimientos sólo para un tema electoral". ¿Vive en otro planeta? ¿Quiénes entonces, hasta antes de sus declaraciones, han apoyado al gobierno en el último medio año? 

Además, sus palabras reafirman absolutamente que las alianzas se utilizan como medios para llegar al poder, y que se mantienen sólo hasta cuando algo incomoda o no se cumple con los acuerdos iniciales. Es decir, son aliados sobre todo de sus propios intereses y no de los intereses del Perú. Total, ya aseguraron su `puestito´ o su `puestote´ en la escena política.

Obvio que las declaraciones hizo sentir a la izquierda relegada, menospreciada y de ahí los justos reclamos de Rosa Mavila y de quienes apoyaron a Humala a llegar al poder. Esta reacción no la soportó el presidente del Congreso, Daniel Abugattás, y les recordó que tienen las puertas abiertas. Al final los afectados bajaron las revoluciones y han afirmado que no habrá éxodo en Gana Perú. Pero a tan sólo medio año de gobierno y de conflictos cabe la pregunta: ¿cuánto durarán las alianzas? 

Al menos es cuestión de tiempo para una ruptura oficialista, que no sólo será responsabilidad de la derecha, de la presión de algunos medios de comunicación, de las mineras, de las políticas económicas, sino sobre todo será consecuencia de la falta de integridad, coherencia y cohesión que demuestren ellos mismos, y también los demás partidos del país.

Cuando se deje de actuar así los peruanos comenzaremos a creer en una Gran Transformación, en éste o en cualquier futuro gobierno.

 

Foto: presidencia.gob.pe

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