CULTURA

Hasta que nos volvamos a encontrar: ¿por qué tanto "hate"?

SERENDIPIA   |   Varykino Aarón   |   Marzo 26, 2022


Vi Hasta que nos volvamos a encontrar (Ascenzo, 2022) y lejos de tomar una postura extrema contraria a lo que ofrece la película, prefiero adoptar una postura más ecléctica.

La película funciona. Es básicamente la historia de esa chica que todos tenemos en nuestro grupo de amigos, que suele ser el alma libre, sueña con vivir del arte, profesa doctrinas medio budistas o hinduistas y que más de uno hemos visto con otros ojos porque su misma forma de ser la hace irresistible. Stephany Cayo representa muy bien a ese tipo de amiga que, al menos yo, he tenido alguna vez en mi vida y me atrevería a decir que se parece más a una de las hermanas de esta amiga que me viene a la cabeza, está calcada.

La protagonista deja entrever que tuvo una vida acomodada anteriormente y es esta la razón por la que desdeña los lujos y prefiere lo simple, lo libre, lo «auténtico», porque ojo ninguna persona que está al límite a nivel económico va a desdeñar los lujos; al contrario, siempre va a tratar de conseguirlos como parte de su aspiración personal. Eso es cosa de gente que ha tenido dinero y se ha hartado de él (para más referencias a este punto revisar los comentarios del personaje de Charlie Sheen en Platoon de Oliver Stone donde expone el porqué de su enrolamiento). Esta chica es abordada por el galán español (interpretado por Maxi Iglesias) que va por la vida haciendo lo que mejor sabe hacer, trabajar como un autómata, ganar dinero y comprarlo todo a través de él, incluso el cariño y ese es el meollo de la trama. Ambos caminos se cruzan a raíz de que el arquitecto ibérico representa a una corporación internacional y quiere edificar un hotel 7 estrellas en el Cuzco. ¿Quién podría querer un hotel así en la ciudad imperial? 

Algo que aprendí del marketing es que siempre hay un cliente para cada producto que se ofrece y si nosotros no podemos pagarlo, quiere decir que no somos parte de su target. Entonces este proyecto choca con la visión tradicionalista de nuestra protagonista que no quiere ver invadida su ciudad por un armatoste corporativo de tales proporciones, sino que anhela un lugar que respete lo milenario, lo cultural, lo autóctono. Sobre este estereotipo se sienta la película y lo recalcará durante todo su metraje.

Sinceramente, he pensado que la película es una especie de piloto para una serie o mini serie que funcionaría muy bien en Netflix, porque es ligera, la trama suele ser predecible y, si le sumamos que la búsqueda del amor se da por parajes turísticos de nuestro país, bien podría ser una especie de Dónde está Carmen San Diego, serie de dibujos animados emitida por Fox en 1994, inspirada en el juego de PC homónimo, donde un detective va tras los pasos de la mencionada a través de distintas partes del globo y que en el caso de la película se da por cada uno de los lugares turísticos de nuestro territorio. No sé, empezaría esta serie con el primer capítulo desarrollándose en Cuzco; el segundo, en Puno; el tercero, en Arequipa; el cuarto, en Trujillo; el quinto, en Chiclayo; el sexto, en las playas de Tumbes y Piura, el séptimo, en Cajamarca; el octavo, en Pucallpa; el noveno, en Iquitos; el décimo, en Cerro de Pasco y los dos restantes, en la capital. Fin. Ahí tienes toda una serie de corte novelesco, enmarcada en los parajes más bellos de nuestro Perú. Un producto for export que ayudaría a promocionar a nuestro país como un destino turístico atractivo.

Las actuaciones dentro del film son medio sosas, una Stephany Cayo que aún le falta madurar interpretativamente, pero que tiene el don de sus hermanas que, ojo, funcionaría mejor a nivel de televisión que de cine. Lo mismo ocurre con Wendy Ramos y Carlos Carlín, quienes siempre me han parecido fuera de lugar en el cine, sus interpretaciones son tan histriónicas que rayan en lo caricaturesco. Se nota que su formación es teatral y es ahí donde mejor desempeño tienen en su trabajo. Para actuar en cine hay que ser un poco más mesurado y menos expresivo, pues el lenguaje audiovisual es el que da la pauta; sin embargo, al ser ellos actores de teatro (no formados en el método) tienden a mostrarse fuera de lugar en la cinta y, como repito, es un comportamiento que se da en otras películas en las que han trabajado. Zapatero a tus zapatos y creo que los zapatos de ellos son las tablas y no el cine, sí la televisión.

Mención aparte el galán español, una actuación medida y acorde a los requerimientos del personaje, no destaca mucho, pero tampoco se queda corto. Para las mujeres es todo un deleite, pues es fornido, bien parecido y su tono de voz enamora, me parece lo más rescatable del film junto a Amiel Cayo, quien fuera protagonista de Retablo (Delgado Aparicio, 2017) y aquí hace un papel secundario muy pequeño, pero bien logrado a nivel interpretativo.

Sinceramente, no entiendo el odio hacia la película, como les digo es más como un piloto para serie y creo que si Tondero se lo piensa mejor, recicla la idea y se manda con ese formato que nos vendría bien a todos, pues ayudaría a difundir el Perú más allá del campesino con poncho, homólogo del mexicano con sombrerazo tan estereotipados en el cine.

Lo que no me gustó de la película y me incomodó fue el tratamiento del sonido, malísimo, cómo es posible que no se les entiendan los diálogos a nuestros compatriotas y no por un tema de dicción, sino por una inadecuada técnica de manejo del sonido dentro del film. O sea, tienes los recursos suficientes para llevarlo a cabo, mínimo que pones a alguien que pueda asumir el puesto como se debe. Una lástima porque muchos diálogos se pierden, no por el ruido ambiente, sino por una mala colocación del micrófono que los recoge. Incluso la mezcla de audio parece muy artificial, la escena del canto del inicio está muy bien lograda y te invita a quedarte sentado a ver qué viene después, lo que no sucede con la que considero la más importante dentro de ese rubro: la del final, y eso rompe la atmósfera que estaba creando la película. Ni un videoclip tiene esa edición.

La película trata de lo que te dije líneas más arriba: la típica historia de amor del ricachón y el alma libre, aderezada por el periplo que enfrentan para llegar a Machu Picchu, el cual curiosamente se ve muy majestuoso y a la vez desértico. Nunca he visto que el lugar esté libre de gente, se pudo haber usado extras para darle vida al sitio y recalcar el poder de atracción que tiene. Eso sí, las escenas ubicadas en Cuzco son hermosas, quien lo ha visitado puede dar fe de ello. 

El guion a nivel de parlamentos da la impresión de ser un cúmulo de frases motivacionales del tipo Coelho, Los 4 acuerdos, El principito o algún dizque coach motivacional. Algunas veces están tan fuera de contexto, que ese pedazo específico de la película podría haber servido como un spot publicitario de la marca Perú. Además de ello, se notan las influencias cinematográficas del film, podemos entrever historias como Bajo la misma estrella, 50 sombras de Grey, La Playa, y un largo etcétera, que nos recuerda que el director también consume cine como nosotros y está bien eso, pues está tomando como base esas cintas para construir la suya. 

Mención aparte la fotografía de la película que, si bien nos muestra unos parajes hermosísimos, cuando estos no están presentes suele haber un evidente mal manejo de la luz, que es más común en trabajos universitarios. No te va a sacar de la película si eres un espectador común y silvestre, peeeeeeeeero si eres aficionado al cine y comunicador un poco que te saca de cuadro.

Fuera de todo ello recomiendo la cinta, pues es como para pasar un momento agradable con tu pareja rompiéndose el ojo. Stephany es muy bonita al igual que su coprotagonista Maxi, así que hay para todos los gustos, no se corten por ello. La escena que paga la película está en los primeros 15 minutos. Siéntense, disfrútenla, déjense cautivar por los paisajes de nuestro Perú y tal vez se animen a viajar más seguido. Y lo de la frase en quechua es solo una anécdota al inicio de la historia, nada más, no hay necesidad de hacer ensayos filosóficos o críticas agudas al respecto. Solo es otra película comercial que ve en Netflix la oportunidad de llegar a un gran público gracias a la ligereza de su argumento y lo exótico de sus locaciones. Si esta logra ayudar en algo a atraer turistas, aplaudo el esfuerzo porque se vería cumplido su objetivo.
 

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