CULTURA
«El monje que vendió su Ferrari»: un libro para aligerar nuestra carga

SERENDIPIA | Varykino Aarón | Septiembre 20, 2022
Sé que mi editor me querrá matar por esta reseña, pero es que ciertamente considero que deberÃan de darle una oportunidad a este libro.
Siempre he sido enemigo de los libros de «autoayuda» y coaching porque los he considerado un compendio de ideas vacuas e inservibles. Será porque mi misma forma de ser me hace denostar ese tipo de literatura por otra que considero más retadora para el intelecto, pero creo que esta vez me he dejado seducir por las palabras impresas en este volumen y creo fervientemente que podrÃa atraparlos a ustedes también, como esas comedias que uno ve a media tarde un fin de semana y la pasa bien de principio a fin sin juzgar las actuaciones, el guion, la fotografÃa, edición; simplemente pasa el tiempo y dices «¡Qué cague de risa!» y apagas la tele y sigues con tu vida sin reflexionar en lo que viste ya que solo fue algo para matar el rato.
«El monje que vendió su Ferrari» (Sharma, 1997) ha significado eso para mÃ. Esa comedia que se ve el fin de semana sin muchas pretensiones, pero que en el fondo de la grandilocuencia del disparate que representan las actuaciones de los protagonistas, llega un punto en que se pone seria y te lanza una enseñanza valiosÃsima que te hace recordar la pelÃcula con cariño, solo por ese preciso instante. Eso ha significado para mà este libro.
Debo confesarles que mi relación con el libro es emotiva, pues perteneció a una tÃa mÃa, muy amiga de mi mamá y que murió de cáncer hace algunos años. Mi tÃa Maritza le obsequió el libro a mi mamá hace como 10 años y estuvo guardado, no, no estuvo guardado, esa no serÃa la palabra. Estuvo arrumbado en la biblioteca esperando el momento en que alguien necesitara libros para donación y salir disparado de la casa en una caja, y asà iba a ser su destino cuando una vecina estaba solicitando libros para armar una pequeña biblioteca acá en la urbanización, pero por esas cosas del destino, o mejor dicho, por esas cosas de los sentimientos, el libro me llamó la atención y fui incapaz de dejarlo ir. Más por el cariño que le tenÃa a mi tÃa Maritza que por otra cosa, asà que me dispuse a leerlo hace un par de meses.
El libro me pareció medio soso al inicio, pues me recordaba a los recursos que usaba Lobsang Rampa en los 70 para promocionar ciertas reglas de vida que uno debÃa de seguir para llegar a la iluminación y la vida plena, por lo que no me enganchó en las primeras páginas. Como les dije no creo en los couching y esas cosas, me parecen meros «vendedores de sebo de culebra» (que me disculpen mis familiares y amigos que se dedican a eso), pero al avanzar las páginas algo me llamo la atención, pues la historia referÃa lugares y situaciones comunes por las que atravesé alguna vez y de los cuales no hice una adecuada reflexión para seguir adelante, por lo que el libro me ayudó a sentarme nuevamente, rumiar dichas experiencias y sacar la lección que tenÃan para mÃ.
Es un libro ligero, no precisa un conocimiento gigante del lenguaje ni un ejercicio extenuante de la mente, es un libro para pasar un bonito rato reconociéndonos a nosotros mismos, reflexionando en todo lo que hemos logrado y lo que podemos conseguir a futuro. Es una obra que nos invita a la autorreflexión y reconocer que hemos pasado por situaciones que tal vez se pudieron evitar de haber estado mejor preparados, pero que, sin embargo, nos invita a repensar el presente para prepararnos mejor hacia el futuro y mirarlo con menos pesimismo (en mi caso) o con optimismo (para los positivistas).
Quiero invitarlos a leerlo, sin mayores pretensiones que volver la mirada hacia nosotros mismos y analizarnos para darnos una pausa en la vorágine que nos envuelve dÃa a dÃa, pues la experiencia ha sido bastante gratificante al pasar sus páginas. Les dejo una pequeña reflexión que encontré y que me llamó poderosamente la atención, el libro tiene muchas más, pero esta me enganchó de lleno: «Siembras un pensamiento, cosechas una acción. Cosechas una acción, siembras un hábito. Siembras un hábito, cosechas un carácter. Siembras un carácter, cosechas un destino» (Sharma, 1997. p. 147).
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