CULTURA

«Ha vuelto»: ¿podríamos repetir los errores del pasado?

SERENDIPIA   |   Varykino Aarón   |   Mayo 28, 2024

La guerra y su fascinación me han perseguido toda la vida, más aún cuando en secundaria empecé a estudiarla con voracidad y empeño. Una figura me fascinó desde que la conocí, la de aquel dictador alemán que llevó a su país, sumido en las cenizas, al pináculo de su evolución, para dejarlo otra vez hundido en la ruina y desolación.

La figura de Hitler siempre me llamó la atención como arquetipo del caudillo militar que podía lograrlo todo y que, a la vez, por sus delirios de conquista terminó como todos sus antecesores y posteriormente émulos, en el mismo trágico final, envuelto en una atmósfera de muerte y desolación.

Sólo cuando me fui haciendo mayor es que pude realmente dejar atrás esa estúpida admiración que sentía por su gesta, pues pude dimensionar realmente cómo fue y el daño que le hizo a la humanidad. Un despropósito que sumió al mundo en el episodio más oscuro y sangriento de toda su historia. Un asesino sin piedad que destrozó millones de familias y sesgó la vida de incontables seres humanos con tal de cumplir un sueño tan estúpido como descabellado; algo que no debería repetirse jamás en nuestra historia como especie, o al menos eso es lo que podríamos creer.

«Er ist wieder da» («Ha vuelto», Wnendt, 2015) es una película que plantea la interrogante sobre qué pasaría si aquel dictador austriaco viviera entre nosotros en este momento. ¿Lograría tener la misma aceptación de la sociedad actual, así como la tuvo en la década del 40 o sería rápidamente desprestigiado por la sociedad de la cancelación?

El film de David Wnendt nos pone al frente de una historia surrealista en la cual Hitler aparece vivito y coleando en la Alemania contemporánea por azares del destino. Un aparente viaje temporal producto del último bombardeo del ejército rojo, rompe el tejido del espacio-tiempo y hace que el genocida aparezca en el suelo de la Alemania actual para sorpresa e incredulidad del pueblo bávaro.

El film plantea un escenario absurdo en el que Hitler es exhibido como una curiosidad de carnaval, un lunático que cree ser aquel caudillo que llevó a Alemania a lo más alto y a la ruina, pero que es visto con ojos de fascinación por un público que celebra todos y cada uno de sus exabruptos, como quién celebra la última tendencia de Tik Tok. El hombre se vuelve un personaje mediático que encandila a un público sumido en la depresión que supone ver su patria invadida por extranjeros, que lo único que ocasiona es desempleo y un alejamiento por las costumbres más arraigadas de un pueblo que lucha por no perder su identidad nacional.

La historia, planteada como un falso documental, expone cuestiones que fuera de causar gracia, genera más preguntas que respuestas ¿Un Hitler podría triunfar con todas sus taras en un mundo como el nuestro actualmente? Y el derrotero por el que transcurre el film nos hace replantearnos hasta qué punto estamos dispuestos a tolerar la intolerancia con tal de volver a las raíces o el statu quo de nuestra patria, nación, estado o país, para que no se vea alienado por la llegada de forasteros que amenazan con acabar con nuestra identidad nacional.

«Er ist wieder da» es una película, que fuera de las risas que genera en un principio por lo absurdo de su premisa, nos hace reflexionar sobre cuestiones que pareciera que no deberían de tener ningún asidero en nuestras discusiones como sociedad, pero a pesar de todo, plantea situaciones y problemáticas que aún son parte de nosotros y podrían ser el combustible para el nacimiento de movimientos radicales que nos lleven a situaciones que a futuro podríamos lamentar enormemente.

¿Recomiendo el film? ¡Pues claro!, como casi todos los que reseño aquí, pero este lo recomiendo con un plus. Después de ver esta obra, vean «Die Welle» («La Ola», Gansel, 2008) y reflexionen sobre los peligros que supone el olvidar el pasado y dejar a las nuevas generaciones ignorantes sobre los peligros que representan las ideologías radicales, las pseudo conspiraciones y el alejarnos de la investigación y valoración del pasado en pos del deleite superfluo del presente en detrimento del futuro promisorio. Como dice el dicho: quien no aprende de la historia está condenado a repetirla y de eso podemos decir que el ser humano es un animal de costumbre.

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