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Bye lujuria, hola amor

  |   Claudia Odar / La esquina de una niña mala   |   Agosto 09, 2012

Queridos míos:

Sé que han estado esperando varios días para leer una nueva aventura. Bien, acá les traigo la mejor aventura de mi vida: la del amor. Sí, ríete, no es una locura, la niña mala se ha enamorado.

La verdad es que hice todo lo posible por evitar sentir esto. Casi siempre he hecho lo que me da la gana porque creo que no tiene sentido tomar en serio la vida, por eso mis aventuras y arrebatos, mi locura momentánea y mis juegos rompecorazones, mis tristezas motivadoras. Hice todo por no sentir esto, y las pocas personas que me hicieron caer las disfruté al máximo, pero hoy estoy con alguien que no se compara a ningún otro.

Hace dos post atrás confesé lo enamorada que estoy, lo importante que es el amor, que siempre amaría intensamente, pero lo expresaría diferente. Eso es cierto. Sin embargo, debo confesarles que esta sensación tan profunda es un tanto nueva que, al aceptarla dentro de mí, en el principio me generó un breve miedo, asfixia y un deseo insaciable de libertad. La niña no podía enamorarse, no era justo para ustedes acalorados lectores. Y lamento decirlo, caí bajo un hechizo que se convirtió con el paso de los días en una droga y abundante felicidad.

Le dije a él que escribiría este post con mucho amor, para ustedes, para él. Me remarcó que no tenía necesidad de hacerlo pues me amaba expresamente pública en mis deseos, pero le insistí. Y hoy les confieso –y te confieso amado mío–  que la niña pasional que conocieron en realidad también es cursi. 

Que te admiro, que me enseñas muchas cosas y me encanta que también aprendas de mí, porque creo que de eso se trata el amor, de un juego mutuo de conocimiento y de un complemento perfecto para nuestra vida real (e ideal). Hoy me siento viva, feliz, satisfecha, deseosa de ser solo tú niña mala y de nadie más. Es la verdad amor. Tú te mereces todo, todo de mí y no pienso negártelo.

Me alegra que esta columna haya sido entendida por ti, que te hayas liberado y me hayas demostrado tu yo interno. Te amo. Eso es bastante, pero no suficiente para demostrarte lo que esta “indomable” mujer siente. Por eso no sabes cómo me alegra hacerte todos los días el amor.

Con la nostalgia que me producen los textos llenos de miel, disfruto de los besos que hace una hora me regalaste. Y a ustedes queridos lectores, debo agradecerles la constancia de sus visitas. Cuando comencé esta aventura literaria lo hice sin la intención de ser uno de los blogs más visitados de Locheros.com, y cuando el editor me decía que cada día había más lectores esperando un post mío, me emocionaba y decía: “¿Carajo, esta gente puede leerme?”. 

Sé de los conservadores que repudian este espacio y espero hoy se sientan complacidos con mi expresión romántica. A ellos también les envío buenos deseos, y sobre todo que gocen de esto que a veces juzgan como algo malo. Repito lo de mi primer post: el sexo no es malo, y si a eso le sumamos amor, créanme que será difícil salir de esa burbuja.

Como ya estoy atrapada, he querido escribirles, confesarles lo que me pasa y compartir mi decisión de dejar en puntos suspensivos este blog. Sé que también he dejado a media redacción aventuras que en futuro les compartiría. Pero hoy voy a dejar esto porque la vida hace poco se ha encargado de sentenciarme al verdadero amor. No chicos, no estoy embarazada, tampoco voy a casarme, sólo estoy disfrutando de cada momento. Y te invito a que lo hagas, te sentirás mejor. 

Discúlpenme que corte así tan de repente, pero el amor no espera, el amor te gana la carrera y la felicidad me genera una inspiración cursilona que no quieres. Hoy me despido de ustedes chicos, déjenme vivir esta hermosa aventura. Estoy segura que muchos de ustedes se alegrarán por mí. Les deseo el mejor goce del mundo. Cumplan sus fantasías, tengan mucho sexo, pero también hagan el amor.

Quizá este sea un hasta luego, pero yo creo que será un adiós, aún cuando mi editor literariamente haya sentenciado que “la niña mala volverá cuando el amor se acabe”, pero también me ha expresado sus mejores vibras. Gracias Gerardo, equipo Loche, gracias a mis grandes amigos y lectores, gracias al amor por haberme golpeado de tantas maneras y a la vida por hacerme más fuerte, porque me prepararon a esperarte, y hoy amarte locamente, gracias por todo esto que hoy –tú amor mío–, me has enseñado con cada mirada que me regalas: el amor.


Se despide de ustedes...


la creadora de Micaela.

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